Victoria Alfaro (*)
Pasaron 1825 días de gobierno neoliberal de derecha, 43.800 horas donde el objetivo de la administración encabezada por Luis Lacalle Pou fue gobernar para quienes bien definió él mismo: los “malla oro”, los más ricos fueron los más beneficiados desde el día uno, incluso en plena pandemia donde quienes perdieron fueron los más pobres, los cuentapropistas, los feriantes, los trabajadores y trabajadoras de la cultura que no recibieron ningún apoyo del Estado, aquellos que tuvieron que recurrir a la solidaridad a través de las ollas populares en los barrios.
En Uruguay, en este período de gobierno creció la desigualdad: la crisis la pagó el pueblo uruguayo, aunque lo quieran disfrazar desde el gobierno de Lacalle Pou. Los trabajadores y trabajadoras perdieron salario durante la mayor parte del período y si al final se repuntó en parte y no se perdió más fue por la lucha del movimiento sindical que rompió las pautas salariales en los Consejos de Salarios, al igual que los jubilados y pensionistas vieron reducidos sus ingresos, los que no perdieron fueron los más ricos que aumentaron sus ingresos, el 95% de la población no fue beneficiada por esta administración, se mantuvo igual o peor.
La crisis hídrica fue otro hito histórico que el gobierno de la coalición multicolor no supo o no quiso solucionar a tiempo. Mientras los meses pasaban las autoridades no atinaron a frenar la escasez de agua potable, sobre todo en la zona metropolitana, que tuvo que recurrir a sus ahorros personales para cubrir una necesidad tan básica como el agua. La crisis dejó en evidencia la poca y nula inversión en las empresas públicas, sobre todo en la OSE, que carente de funcionarios suficientes no dio a basto para responder a los requerimientos necesarios de la población. OSE tuvo que mezclar el agua dulce con el agua salobre del Río de la Plata, los niveles de sodio y cloruro en el agua que salía de nuestras canillas superaron los límites recomendados llevando a que el Ministerio de Salud Pública dijera que no era apta para el consumo, sobre todo de enfermos crónicos y embarazadas.
En ambas crisis las intendencias de Montevideo, Canelones y Salto se tuvieron que hacer cargo implementando planes especiales, mientras tanto, el gobierno, en la pandemia perseguía las ollas populares y en la sequía ponía sobre la mesa el Proyecto Neptuno como una gran solución, siendo uno de los mayores fiascos firmado por el mandatario en los estertores de esta administración, una firma que le va a costar muy caro al Estado uruguayo.
En este marco otra firma que salió carísima, y nos va a costar aún más, es la entrega de la principal operativa del Puerto de Montevideo a Katoen Natie por 60 años, un negocio redondo que aún no ha mostrado su verdadera cara y que cuando se destape el olor será muy nauseabundo.
A finales del año 2023 solo cuatro ministros permanecían en el gobierno de aquel gabinete anunciado con bombos y platillos en marzo del 2020. La inmensa mayoría de esas “renuncias” fueron derivadas de escándalos de corrupción que terminaron en la justicia. ¿Quién no recuerda a la ministra de vivienda Irene Moreira, de Cabildo Abierto regalando casas a dedo a sus correligionarios?
Luego “renunciaron” el ministro del Interior Luis Alberto Heber (que antes estuvo en el Ministerio de Transporte mientras se hacía el negocio con Katoen Natie), el ministro de Relaciones Exteriores Francisco Bustillo y Carolina Ache su subsecretaria, así como el subsecretario de Interior, Guillermo Maciel. Todos por el caso de la entrega del pasaporte al narcotraficante, Sebastián Marset. Un delincuente de escala internacional que estaba detenido en Dubai por tener (justamente) un pasaporte falso, facilitando la fuga de Marset que continúa impune.
Antes de Marset, en agosto de 2021, renunció el ministro de Turismo Germán Cardoso en medio de acusaciones por presuntas irregularidades en la adjudicación de contratos de publicidad. Antes de eso había renunciado el primer canciller designado por el gobierno, el también colorado Ernesto Talvi, renuncia cuyos motivos nunca quedaron demasiado claros.
Mientras tanto los escándalos de corrupción siguieron estallando como el caso de Salto Grande con millones de pesos asignados a clientelismo con ediles y dirigentes del Partido Nacional, de la lista del presidente Lacalle Pou, al punto que el principal implicado es ahora candidato a la Intendencia de Salto.
Y por supuesto no podemos olvidar, ni dejar pasar uno de los casos de corrupción y amiguismo más grande de los últimos años como es el caso del Jefe de la Seguridad Presidencial, Alejandro Astesiano, quien ya salió de la prisión y amenaza con destapar más información. Astesiano quien fue muy cercano a Lacalle Pou durante muchos años, utilizó las herramientas del Estado para espiar entre otros al presidente del PIT-CNT, Marcelo Abdala y a los entonces senadores del Frente Amplio, Charles Carrera y Mario Bergara.
Astesiano quien ocupando el cuarto piso de la Torre Ejecutiva realizó varios negocios con empresas como Vertical Skies, como así se evidenció en sus múltiples chats de WhatsApp, algunos que no vieron la luz pública porque fueron realizados con el entonces presidente Lacalle Pou. Los “negocios” de Astesiano fueron varios y de diverso calibre utilizando los recursos del Estado para el beneficio personal de algunos actores políticos.
La lista es muy larga para resumirla en un artículo, pero no puedo dejar afuera el caso del ex senador del Partido Nacional Gustavo Penadés, imputado por 22 delitos sexuales. que comenzó con una denuncia de la militante nacionalista Romina Celeste y que escaló rápidamente hasta llegar a salpicar al gobierno. Lacalle Pou diciendo que “sería un mal amigo” si no le creyera. ¿Quién no recuerda a Penades realizando una conferencia de prensa en la antesala Palacio Legislativo, defendiéndose de las acusaciones de abuso sexual, mientras el entonces ministro del Interior, Luis Alberto Heber (quien debería investigarlo) estaba detrás de cámaras apoyándolo?
Tampoco podemos olvidar el cierre de la mutualista Casa de Galicia con miles de usuarios y trabajadores perjudicados, apenas un poco después de la finalización de la pandemia. La designación de un ex directivo del Circulo Católico en la presidencia de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), los contratos irregulares, la presupuestación de cientos de funcionarios de confianza justo después de perder el gobierno nacional.
Tampoco podemos olvidar la imposición de la Ley de Urgente Consideración (LUC), una ley ómnibus con centenares de artículos, discutida en plena pandemia con varios cambios en la normativa que perjudican al pueblo uruguayo que salió a la calle y juntó 800.000 firmas para derogarla, y obtuvo un importante respaldo en el referéndum, aunque no consiguió su derogación.
La reforma de la Seguridad Social que abiertamente perjudica a la inmensa mayoría del pueblo trabajador imponiendo los 65 años como edad para jubilarse, así como la obligatoriedad de las AFAP, entre otros retrocesos.
La nueva Ley de Medios que otorgó más poder a quienes ya lo detentan, eliminando la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que fue discutida durante años y aprobada por todos los actores sociales y la comunidad internacional, otorgando voz a quienes no la tenían. Esta nueva ley, aprobada bajo un mantel de secretismo, que perjudica la industria nacional audiovisual y le otorga millones de pesos a las ya obesas empresas de comunicación de nuestro país, pero también (y sobre todo) a las trasnacionales perjudicando directamente a nuestra empresa estatal insignia como es Antel.
Y al cierre, casi al borde de finalizar el escándalo de Conexión Ganadera y los denominados fondos ganaderos, cuyas implicancias aún estamos viendo…
Como ven la lista de los “éxitos” del gobierno es muy larga y seguro me quedó alguna cosa por fuera, por eso es tan importante cambiar y poner en el gobierno la transparencia necesaria para gobernar con honestidad. Una forma muy diferente de hacer política: la buena política, aunque algunos actores de la derecha quieran ponernos en la misma balanza intentando conseguir que la población se desilusione y harta de todos y de todo vote las peores opciones para su futuro. Hay ejemplos de esto, aquí nomás, cerquita, cruzando el Río de la Plata, por eso hay que cuidar y cuidarse, 40 años de Democracia y Libertad en serio no se cumplen todos los días.
(*) Directora de EL POPULAR.