Javier Luzardo (*)
Los uruguayos somos muy propensos a utilizar: “eran los de antes”, para decir que lo pasado es mejor y nuestro tema, no escapa como expresión cultural.
Hace muy pocos días terminó una nueva edición del carnaval, con espectáculos de muy buen nivel en todas sus categorías, (Murgas, Revistas, Humoristas, Lubolos, Parodistas) que no sorprendería verlos en la cartelera de algún teatro.
Carnaval deriva de la expresión latina “Carnem levare” que significa, quitar la carne o adiós a la carne. Los romanos en esos días trataban de no privarse de ningún placer, buscando la satisfacción de todos los sentidos y del cuerpo en la celebración de sus fiestas. En la Cuaresma Cristiana, no se comerá carne durante 40 días.
Hoy en nuestro país celebramos el Carnaval, que se considera el más largo del mundo con expresiones artísticas diferentes que reflejan el acervo cultural de cada barrio y cada región de nuestro Uruguay.
Principio tienen las cosas. Nos ubicaremos en la joven Banda Oriental, más precisamente en la amurallada Montevideo, centralizadora del poder político, social, comercial, cultural de la época.
“El carnaval era la fiesta y el juego de la cultura bárbara”, José P. Barrán, Historia de la Sensibilidad en el Uruguay. Como expuse anteriormente, ostentamos el título del Carnaval más largo del mundo.
Volviendo a la época colonial, el ciclo festivo era aún más largo. Se iniciaba el 24 de diciembre con pirotecnia, música, serenatas con bandas de jóvenes y seguía el 31 de diciembre con bailes “de sociedad” y populares de máscaras. Participan de estos eventos la quinta parte de los habitantes del Montevideo urbano. Prosiguiendo el 6 de enero con los “candombes de negros” y los bailes de máscaras sin distinción de clases sociales en los teatros, incluyendo el entonces moderno Solís (señoras gratis y caballeros pagando entre 4 reales y 1 peso). Estos bailes o “asaltos”, como solían llamarlos, se propagaban a los alrededores del casco de la capital como en las Tres Cruces, la Unión o el Cerro. El anticipo de las fiestas eran los juegos de agua a los que se sumaban los de guerrilla de huevos pintados y disfraces. El “entierro” del Carnaval no era el fin de la celebración, continuaba hasta la Cuaresma con bailes de máscaras poco antes de la Semana Santa, como en el año 1865. Al decir de Barrán “era como si esa sociedad no pudiera concluir nunca de jugar.” Es decir, lo lúdico totalmente ligado a la vida. No debemos dejar pasar por alto lo que la crónica de la época llama” los enemigos del juego”: el orden burgués. Como buen titiritero y con movimientos precisos de ajedrez, fueron cercenando estas fiestas populares y masivas. Se podría marcar como el origen de la frase “el carnaval es de pobres”, el hecho de separar a partir de 1850 en los bailes, a las clases sociales, habilitando exclusivamente al teatro Solís y al San Felipe y Santiago a la clase alta y a las capas medias, mientras qué a los salones y canchas, asistían las “clases populares”.
Viajando más acá en el tiempo, arribamos al Siglo XX, con la característica histórica de la llegada de nuevas oleadas de inmigrantes, influyendo culturalmente entre otras en la aparición de la murga y de grupos como por ejemplo La Troupe Ateniense y Los Marinos Cantores.
La fiesta se acorta en su duración y por mucho tiempo se ajusta al mes de febrero. Comienza la proliferación de tablados barriales, en algunos casos más de uno por barrio, organizados por los propios vecinos que recibían un premio de acuerdo con la elaboración en la decoración de los mismos, buen ejemplo de participación organizada.
Otro punto a destacar, eran los corsos barriales. Los carros alegóricos, un espectáculo en sí mismo.
El inicio de Carnaval se da con el desfile inaugural por la Av. 18 de Julio. Días después, las llamadas por la tradicional calle Isla de Flores. Comienza el concurso de Carnaval, teniendo registro que la murga “Gaditana que se va” obtiene el primer premio en 1910. Con el correr de los años, comienzan a participar del concurso: Las agrupaciones de Negros y Lubolos, Humoristas, Parodistas y Revistas.
Como expresión cultural, en especial la murga, desafía al poder de turno, del mismo modo en la antigüedad, lo hacía la Comedia Griega. En este sentido, comparto fragmento del cuplé de la salud de la Murga Queso Magro 2025:
“deambulan por los pasillos
Con paso errante
Son los sobrantes
Son los sobrantes
Deseando que falte uno Pa’ que lo atiendan
Que alguien se enferme
Que alguien se duerma
Eternos esperadores
Desesperados
Si van al baño
Pierden su turno
Dónde irán a parar
Cuanto van a esperar
Sin sanar”
Como todo hecho cultural y político, cambia, evoluciona y revoluciona en consonancia con el accionar de la sociedad en su conjunto y el momento histórico que transita, como ejemplo de esto en 2018, se funda el Sindicato Único de Carnavaleras y Carnavaleros del Uruguay (SUCAU).
Llegando al 2025, nos encontramos con una gran movida de Carnaval en casi todo el territorio de nuestro país. Con espectáculos en todas las categorías de muy buen nivel en todos sus rubros, con técnicos de gran capacidad y con la incorporación de la tecnología al servicio de este. Tablados y concursos en varios departamentos, con espectáculos y corsos en los municipios de Montevideo, con una oferta limitada de tablados privados y otros pocos, de comisiones de fomento barriales. Con un concurso que centraliza la máxima expresión “popular” en el Teatro de Verano Ramón Collazo, llegando por diferentes plataformas al mundo entero de forma masiva con fines comerciales.
Llega el momento de cantar la retirada y me cuestiono …
¿el carnaval es realmente popular?
(*) Comisión Nacional de Cultura PCU