La justicia penal, por resolución del juzgado penal de 23er turno, condenó al exagente de inteligencia y exmilitante de la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) Jorge Guldenzoph a diez años de penitenciaría
La condena, resuelta por la jueza Isaura Tórtora, se dictaminó en el marco de la causa que lo identifica como autor y participante en las torturas a militantes en la sede de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) entre los años 1974-1983.
De acuerdo a la diaria que tuvo acceso a la sentencia, “quedó probado en la investigación penal la responsabilidad de Guldenzoph como autor de reiterados delitos de privación de libertad, abuso de autoridad contra detenidos y reiterados delitos de lesiones graves”.
Guldenzoph, conocido como “el Charleta” había sido identificado por una decena de víctimas del terrorismo de Estado, los denunciantes, en su inmensa mayoría son·militantes de la UJC que fueron detenidos en lo que era la sede de Inteligencia Policial”.
“La sentencia de condena”, reseñó el medio de prensa, afirma “que entre 1974 y 1983 la DNII detuvo a un número importante de integrantes de la UJC y de otras agrupaciones de izquierda. A raíz de dichas detenciones, los jóvenes pertenecientes a dicha agrupación fueron sometidos a aberrantes tormentos por el hecho de pertenecer a la misma, tales como apremios físicos en todo el cuerpo, plantones, picana eléctrica en todo el cuerpo, especialmente en los genitales, submarino húmedo y seco, colgamientos, teléfono, abuso sexual mediante tocamientos, desnudez, violaciones o penetración con objetos contundentes”.
Para fundamentar su dictamen, Torterolo, se basó no solo en los testimonios de los denunciantes, sino también en la “documentación policial y judicial” de esos años.
En sus declaraciones, consignó el medio de prensa, “unas 50 víctimas” describieron los tormentos a los que fueron sometidos en la DNII, dichos testimonios permitieron probar la participación el ahora condenado en el lugar de los hechos.
“El encausado, se lee en el dictamen, en su calidad de colaborador en el área de inteligencia en la DNII bajo las órdenes directas del director de la época, Víctor Castiglioni, participó en la detención, interrogatorio y obtención de confesiones bajo tormentos de las jóvenes víctimas”.
Los argumentos esgrimidos por la defensa, fueron descartados por Tórtora ya que Guldenzoph no era funcionario público y no estaba amparado en ninguna de las consideraciones previstas por la ley penal.
Tórtora señaló que durante la investigación quedó demostrado “que el accionar de Guldenzoph formaba parte de un plan sistemático y coordinado con el objeto de la persecución de los opositores al régimen de facto, en ese contexto acaeció la privación de libertad de las víctimas”.






















