La guerra como salida económica

Rony Corbo

En las tesis de nuestro XXXII Congreso, en el capítulo internacional, hay un subtítulo que dice “la guerra como opción imperial” que analiza porqué los EEUU impulsarán su faz militar como forma de mantener su hegemonía mundial y a su vez cómo la industria armamentista genera importantes ganancias y también empleos.

Para las empresas del complejo miliar industrial estadounidense los más de 27.00 muertos en Palestina y miles en Ucrania solo son números que hay que intentar atenuar, pero manteniendo las rentables ganancias del sector.

Los contratistas estadounidenses que integran el complejo industrial-militar concentran el 39% del comercio internacional de armas y, por supuesto, son los que fomentan las intervenciones norteamericanas y de sus aliados de la OTAN en el mundo.

La inversión militar en incremento

La inversión militar del mundo llegó a su máximo histórico en 2023. Con la guerra en Ucrania como excusa, los Estados decidieron aumentar su gasto en defensa o aseguraron que destinarán más recursos para armarse, esto en medio de escenarios geopolíticos cada vez más complejos.

El Congreso estadounidense aprobó definitivamente el jueves un presupuesto de defensa de 886.000 millones de dólares para 2024, el más grande de su historia para contrarrestar la influencia de China en el mundo.

China destinó 1,5 billones de yuanes (225.000 millones de dólares) a su defensa en 2023. Es el segundo presupuesto militar mundial detrás de Estados Unidos que, sin embargo, es tres veces superior.

La Unión Europea ha superado los 2,24 billones de dólares. Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, España, Polonia, Hungría y casi toda Europa prometieron en la cumbre de la OTAN de Madrid llegar al 2% del PBI en gasto militar en unos pocos años. 

Rusia gastó el año pasado 6,5 billones de rublos (66.730 millones de dólares) en Defensa, y este año aumentará a 10,4 billones de rublos (alrededor de 111.000 millones de dólares), a fin de financiar el presupuesto bélico derivado de su guerra en Ucrania.

Otra región que se remilitariza es Oriente Próximo, que ve cómo Arabia Saudita sube al quinto puesto del ranking, recuperando niveles de presupuestos militares de años anteriores.  El gasto militar en América Latina y el Caribe rondó los 65.000 millones de dólares, siendo Brasil, Colombia y Chile los que encabezaron el gasto.

En guerra

Después de dominar la agenda mundial de noticias durante casi dos años, la guerra en Ucrania continuará en 2024, desplazada ahora a nivel informativo en occidente por la masacre israelí en Gaza.

Se estima que 200.000 soldados ucranianos han muerto en la guerra con Rusia. El número de civiles muertos se acerca a los 15.000. Ucrania estima que la guerra le ha costado a su economía US$150 mil millones. En 2024 planea gastar US$43.200 millones en el ejército. 

En Israel la actual ayuda militar por parte de EEUU que abarca el periodo 2019-2028 suma un monto de 38.000 millones de dólares. Israel es a la vez un gran productor de armas. Diversas empresas israelíes se sitúan entre los 100 mayores fabricantes de armas del mundo. Es el décimo de los mayores exportadores de grandes armas. El mayor destinatario en el periodo 2018-2023 fue la  India (37% del total), seguida de Azerbaiyán (9%) y Filipinas (8%). EEUU es su principal suministrador de tecnología en industra armamentista. Israel posee más de 100 cabezas nucleares. 

En África hay cinco guerras en curso. En Burkina Faso y Mali, países vecinos, sus fuerzas armadas se baten, en ambos casos, contra un mismo contendiente: la organización insurgente islámica Ansarul, vinculada a Al Qaeda y el Estado Islámico del Sahel. 

En Somalia –también ubicada en la región sahelina– se desenvuelve una guerra civil entre el sector gobernante y la organización Al Shaabab, aliada también a Al Qaeda.  Nigeria se halla en violencia repetida desde su independencia en 1960. El conflicto actual se libra entre las fuerzas gubernamentales y grupos radicales islámicos que buscan control territorial.  Sudán desarrolla su tercera guerra civil, librada por las fuerzas militares del país.

En Asia, por su parte, ocurrió un golpe militar en 2021 en Myanmar, que dispersó a quienes intentaron frenarlo e impuso gobiernos de facto. Según investigadores independientes citados por la ONU, más de 13.000 niños han muerto y 1,3 millones de familias han sido desplazadas de sus 

casas. 

En Siria, el Presidente Bashar al Assad combate desde hace ya más de diez años con diversos enemigos. Se enfrenta con fuerzas kurdas y con el Estado Islámico. En Yemen se desenvuelve una guerra civil desde 2014. Los hutíes, grupo insurgente predominantemente chiita, tienen bajo su control la capital, Saná, y una parte del territorio del país. En la actualidad han sido noticia por ataques de navíos norteamericanos y sus aliados en el Mar Rojo y en el estrecho de Bab al Mandeb, en represalia por la ofensiva militar israelí en Gaza.

La OTAN, encabezada por Estados Unidos, pondrá en marcha en febrero y durante tres meses un ejercicio militar que será nada menos que el mayor desde la Guerra Fría. Llevará el nombre de Steadfast Defender 2024 (Firme Defensor). Participarán 50 barcos de guerra, más de 80 aviones de combate, 133 tanques y 553 vehículos, entre otros despliegues. Y habrá sobre el terreno alrededor de 90.000 soldados. Participarán los 31 países de la OTAN más Suecia. 

El supuesto objetivo, de este enorme despliegue es reforzar la defensa de Europa. Las maniobras militares propiamente terrestres se desarrollarán en los territorios de Alemania, Polonia, Estonia, Letonia y Lituania. E, inevitablemente, apuntando claramente hacia Rusia que tiene a Ucrania “entre las cuerdas”.

Como bien definió nuestro XXXII Congreso “el choque de dos bloques, el occidental con EEUU y sus aliados y el euroasiático con China y Rusia disiparán la hegemonía mundial dando paso a un mundo multipolar”… si es que no volamos antes, porque una generalización de la guerra puede poner a la humanidad al borde de su extinción.

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