La crisis política que vive Perú desde hace varios años, en estos días adquirió niveles dramáticos ante la destitución del presidente Vizcarra, el nombramiento de Merino, la enorme movilización popular y la muerte de dos jóvenes estudiantes que terminó en solo cinco días con la renuncia del presidente.
El cuarto presidente del Perú en un período de cinco años, Francisco Sagasti, tomó posesión el martes, planteó como tarea inmediata buscar un equilibrio entre la salud y la recuperación económica en medio de la pandemia, hasta las elecciones de abril de 2021.
La destitución de Vizcarra y el nombramiento de Merino provocaron una ola de protestas multitudinarias, reprimidas con violencia, dos muertos, cientos de heridos y decenas de desaparecidos son el terrible saldo.
El movimiento popular peruano, las manifestaciones en las calles, reclaman una salida con transformaciones profundas, la crisis está lejos de haber sido resuelta.
El neoliberalismo es el culpable
Desde la década del ’90 se instaló en la sociedad peruana la ilusión de que muchos problemas serían resueltos sólo con un sostenido crecimiento económico gracias al efecto derrame. No fue así.
Tres de cada cuatro trabajadores siguen en la informalidad, miles de familias continúan viviendo en condiciones de hacinamiento, los niveles de pobreza superan el 30% de la población y muchos sectores del país tienen acceso parcial al agua potable.
La rebelión popular de estas semanas tiene una base material que la explica: desempleo en alza (6 millones de desempleados), exclusión social, aumento de la pobreza, falta de perspectivas de mejoras para los jóvenes y desilusión con un sistema político que en su mayoría sostiene un modelo económico que concentra riquezas.
El denominado modelo peruano se inauguró con el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), que introdujo reformas económicas neoliberales luego del cierre ilegal del Congreso en 1992, y de elaborar una Constitución que allanó el camino a esas políticas regresivas.
A partir de la primera década de este siglo, la economía peruana empezó a crecer a tasas importantes. Durante los últimos veinte años fue de 4,9% en promedio, un registro por encima de la mayoría de los países latinoamericanos.
El impulso estuvo en la primera década con el ciclo de elevados precios internacionales de materias primas, en el cual Perú se benefició con las exportaciones mineras.
A partir de 2014, con la caída del impulso minero y el precio de las materias primas que afectó a toda la región, la economía bajó el ritmo de crecimiento, aunque continuó destacándose en relación al resto.
En el último informe del FMI sobre la economía de Perú se advierte que el país debía mejorar las perspectivas de crecimiento a largo plazo reduciendo las grandes brechas de infraestructura y abordar el gasto social, así como la corrupción.
Las conclusiones principales del reporte son las siguientes:
• Desempeño económico: Perú ha sido una de las economías de más rápido crecimiento de la región, pero en 2019 el crecimiento se debilitó a 2,4% debido a una combinación de factores externos e internos.
• En el frente externo: la demanda de exportaciones de productos primarios se redujo, en tanto que la minería y las exportaciones de combustible se contrajeron durante el año. En el ámbito interno, la ejecución de proyectos de inversión pública fue menor de lo previsto en el presupuesto, mientras que los factores relacionados con el clima afectaron a la producción pesquera.
• Brechas de infraestructura: La infraestructura de Perú se compara desfavorablemente con la de sus competidores, y la inversión es particularmente necesaria en materia de transporte, saneamiento, salud, telecomunicaciones y agua.
• La corrupción: En los últimos tres años, la investigación Lava Jato sobre la corrupción ha tenido un impacto tanto a nivel político como económico.
Pandemia
La crisis del coronavirus dejó al modelo desnudo. El crecimiento económico no se reflejó en beneficio de la mayoría de la población y, para muchos, ese avance fue un espejismo.
El especialista Felipe Gálvez Condori publicó “La realidad ficticia: el crecimiento económico del Perú”, destacando que los problemas económicos y sociales siguen siendo la baja productividad, la pésima educación, el deficiente sistema de salud, las debilidades en infraestructura física, la desigualdad social, la corrupción y el elevado nivel de informalidad.
Rescata la opinión del filósofo, sacerdote y teólogo peruano Gustavo Gutiérrez Merino: «Contraviniendo la ley de la gravedad, aquí la economía cuando derrama, derrama hacia arriba. Sé que no somos de respetar mucho las leyes, pero al menos la de Newton habría que respetarla».
Para agregar: «se dice que el país crece, pero, ¿cómo están los pobres? Además el país crece porque la riqueza aumenta en quienes ya tenían muchas posesiones. El mundo de los pobres disminuye poco».
La UNICEF estimó que la pobreza monetaria en niñas, niños y adolescentes peruanos aumentará de 26,9% en el 2019 a 39,9% en el 2020 como consecuencia directa de la pandemia. En el caso de la población en general, el incremento proyectado es de 10 puntos porcentuales, de 20,2% a 30,3%.
El estudio de UNICEF cuantificó en 1.200.000 menores de edad que caerán en pobreza en 2020. Se estima que las niñas, niños y adolescentes de hogares rurales serán los más afectados, pues la pobreza se incrementará de 47,3% en 2019 a 62,3% en 2020.
Sin embargo, con este cuadro socio laboral, la socióloga Anahí Durand Guevara explica en “Pandemia, poder y protesta en el Perú neoliberal”, publicado en el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), que esta crisis ha develado que el crecimiento estuvo lejos de significar bienestar para las mayorías, persistiendo la desigualdad, el abandono del Estado, la desprotección social, la precariedad y la pobreza.
La investigadora apunta que una estrategia de contención sanitaria exitosa durante la pandemia requería hacer aquello que los grupos de poder político económico y sus tecnocracias gobernantes de turno no hicieron: fortalecer y equipar la salud pública, asegurar sistemas de agua y saneamiento para todos, implementar políticas de viviendas dignas sin hacinamiento.
Durand Guevara menciona que se necesitaban medidas inmediatas como distribuir un ingreso básico universal por algunos meses para las mayorías o regular los precios de clínicas y medicamentos, «cosa que tampoco han hecho».
El estallido de la crisis política se explica entonces por esas carencias. Pero esta crisis que vive Perú viene de arrastre desde el 2018, cuando fue gatillada por los escándalos de corrupción del caso Lava Jato, y ahora se ha agudizado con los impactos del coronavirus.
Parece ser que solo un pacto constituyente con todo el pueblo involucrado puede garantizar una salida a la crisis estructural del Perú, que es de toda el área andina.
Con información de una nota de Alfredo Zaiat en Sputnik.