El pasado 3 de septiembre se cumplieron 80 años del exterminio de 600 prisioneros de guerra soviéticos y 250 prisioneros polacos.
Por Rolando Arbesún
Desde el 3 al 5 de septiembre de 1941 el campo de Auschwitz – Birkenau, fue convertido en el principal escenario de los primeros experimentos que los nazis realizaran con un gas, que a la larga sería ampliamente utilizado en su política de “solución final”.
Para esa ocasión el gas elegido fue el Zyklon B, un pesticida que solo se había empleado, hasta entonces, contra piojos y otros insectos.
El empleo del Zyklon B (un pesticida de cianuro) por los nazis, fue realizado bajo licencia del dueño de la patente, la empresa IG Farben, una de las empresas que se enriqueció con mano de obra esclavizada en los campos de exterminio, tortura, experimentación y trabajos forzados creados por los nazis.
Durante toda la campaña de ocupaciones y expansiones territoriales desatada por el nazismo, la alianza entre IG Farben y los nazis fue de estrecha y permanente colaboración, al punto que ello derivó en que IG Farben decidiera qué plantas químicas de los países ocupados debían ser aseguradas y entregadas a la firma.
La puesta en marcha de la “Solución Final al Problema Judío”, halló en este gas un aliado siniestro.
De bajo costo y fácil transportación, el Ziklon B fue experimentado con los prisioneros soviéticos y polacos en los sótanos del pabellón 11 de Auschwitz.
El Zyklon B se distribuía en latas herméticas selladas siendo su presentación en forma de “gránulos que, al entrar en contacto con el aire, liberaban un veneno (cianuro líquido) capaz de aniquilar a miles de personas en apenas unos segundos”.
La inhalación del Zyklon B provocaba en las víctimas dolores extremos, violentas convulsiones y, en último término, un ataque cardíaco.
La “operación”, calificada como un “éxito rotundo” por los alemanes, estimuló su empleo sucesivo para asesinar a miles de personas diariamente.
La “relación” entre los nazis y la experimentación con gases venenosos, comenzó en fecha tan temprana como 1939, para la eliminación de los “enfermos mentales”.
La conocida “eutanasia” a lo nazi, era un siniestro eufemismo para “fundamentar” la matanza sistemática de aquellos alemanes que habían sido considerados «indignos de vivir», por padecer alguna enfermedad mental o impedimentos físicos.
Para el desarrollo de este programa de exterminio, los nazis crearon seis instalaciones de gaseo ubicadas en: Bernburg, Brandenburg, Grafeneck, Hadamar, Hartheim y Sonnenstein.
En estos centros, el exterminio de las personas se llevaba a cabo con el uso de gas de monóxido de carbono puro fabricado químicamente.
El empleo de furgones de gas en camiones, se expandió luego de la invasión a la Unión Soviética y como forma de “solucionar” las “tensiones” que los grupos de matanza (Einsatzgruppen) afirmaban experimentar ante los fusilamientos masivos de mujeres y niños.
Para esa fecha, la SS concluyó que la deportación de judíos a los campos de exterminio, con destino a gaseados, era la manera más eficiente de alcanzar la «solución final».
Ese mismo año, los nazis abrieron el campo de Chelmno en Polonia. Allí se mató a romaníes y a judíos del área Lodz (Polonia) en furgones de gas móviles.
El “experimento” iniciado en setiembre de 1941 en Auschwitz, permitió a los alemanes concluir que el uso de Zyklon B era el método de gaseo más rápido, por lo que se los eligió como medio para realizar las masacres.
Con el aumento de las deportaciones, en Auschwitz se llegó a gasear a más de 12.000 judíos cada día.
En mayo de 2015, se produjo el juicio contra Oskar Gröning, un alemán de 93 años más conocido por su sobrenombre, como “Contable de Auschwitz”.
Gröning, fue juzgado en Lüneburg (Alemania) por su implicación y colaboración en la muerte de más de 300.000 judíos húngaros que llegaron a Auschwitz en 1944.
Durante el juicio, el antiguo guardia de las SS negó insistentemente que hubiera hecho daño a alguien y afirmó que “su único trabajo fue organizar la contabilidad del centro y enviar al gobierno central las riquezas que eran robadas a aquellos que eran asesinados en la zona”.
La larga fila de testigos que narraron las dramáticas experiencias vividas en el campo de concentración, incluyó al doctor Sven Anders.
Fue este especialista forense de la Universidad de Hamburgo- Eppendorf, quien describió, pormenorizadamente los efectos que produce en el cuerpo humano el temido Zyklon-B.
El pesticida asesino, describió Anders, produce un “dolor extremo, convulsiones violentas, atacando al cerebro y produciendo un ataque cardíaco en cuestión de segundos (…) penetraba por inhalación en los pulmones y bloqueaba la respiración celular”.
Caracterizado por su olor a almendras amargas y a mazapán y ser, en palabras del doctor, más ligero que el aire, toda vez que se lo inhalaba, el Zyklon-B atacaba en primer lugar al corazón y al cerebro.
“Los síntomas comenzaban con una sensación de escozor en el pecho similar a la que puede causar el dolor espasmódico y al que se produce en los ataques de epilepsia. La muerte por paro cardíaco se producía en cuestión de segundos. Era uno de los venenos de acción más rápida”, explicó el experto forense quien agregó que una inhalación menor, algo que con frecuencia sucedía en las grandes cámaras de gas de Auschwitz podía hacer que el fallecimiento durase una media hora.
“Una intoxicación inferior conducía a un bloqueo de la sangre en los pulmones y provocaba dificultades para respirar”, lo que implica que la muerte “fuera una agonía», añadió el experto.
Anders explicó, que la altura de la persona era un factor clave a la hora de morir afectado por el Zyklon-B, ya que al ser más ligero que el aire, se acumulaba en la parte superior de las cámaras de gas acabando primero con los adultos, mientras que los niños fallecían minutos después y con mayor sufrimiento.
Según un informe, del pasado mes de junio, elaborado por el diario británico The Guardian, en Arizona, Estados Unidos, se ha reacondicionado la cámara de gas de una prisión y se han comprado los ingredientes necesarios para crear el mismo compuesto químico mortal utilizado por los nazis durante el Holocausto.
El informe de The Guardian, se basa en documentos internos del Departamento de Correcciones, Rehabilitación y Reingreso, en uno de ellos con fecha del 17 de diciembre de 2020, se describe “una batería de pruebas realizadas en agosto de 2020 para determinar si una cámara de gas en la cárcel de Florence estaba en funcionamiento. El documento mostraba que se detonó una granada de humo en el interior de la cámara para asegurarse de que era hermética y que también se probaron las funciones del ventilador”.
El mismo informe revela que, del análisis de documentos y facturas estatales, se concluye que el Departamento Correccional del Estado también había comprado ingredientes por valor de más de 2.000 dólares para fabricar gas cianuro de hidrógeno o Zyklon B, más conocido como “el pesticida asesino”.