“Construir la izquierda del futuro”

Este sábado y domingo culminó el VII Congreso del Frente Amplio y fue el hecho político más importante de la semana, con luz, aunque la agenda mediática y las “tendencias” de las redes no lo reflejen.

Lo fue porque se reunió el órgano de dirección más importante de la fuerza política que hace 22 años, desde las elecciones de 1999, es la más importante del país.

Hace 22 años que el Frente Amplio es la fuerza política que recoge el mayor apoyo popular. Esto es tan así que se tuvieron que juntar 5 partidos, algunos de ellos ya en vía de extinción, para poder derrotarla en las elecciones nacionales.

Es también la fuerza política que gobierna los departamentos de Montevideo, Canelones y Salto, 32 municipios, tiene la bancada parlamentaria más grande y ediles y concejales en todos los departamentos del país.

Pero además es, y vaya si lo ha demostrado en este presente tan convulso, la fuerza política con mayor organización y militancia del país. Esto es tan así que la militancia frenteamplista, junto a la militancia popular toda, acaban de protagonizar una hazaña democrática juntando 800 mil firmas para habilitar un referéndum para anular 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC).

Por todo eso el Congreso del Frente Amplio es un hecho de enorme relevancia, para el movimiento popular y para la sociedad uruguaya toda.

Pero claro, hay un discurso interesado para presentar al Frente Amplio en crisis, a punto de dividirse. Es tan fuerte esa operación ideológica que el presidente Luis Lacalle Pou se la creyó y dijo soberbio al diario tradicional del poder argentino, La Nación, que no sabía que era el Frente Amplio. Unos meses después, 800 mil firmas y miles de banderas le refrescaron la memoria.

La gran noticia, en los medios del status quo y en los creadores de opinión, era que el Frente Amplio debía hacerse autocrítica, concebida esta como una flagelación pública, que además arrojara como resultado la capitulación ideológica, el desconcierto político y la división.

Pero resulta las y los frenteamplistas decidieron que no. Se hicieron autocrítica si, dura, a fondo, y, además, como es un proceso permanente, no está cerrada, pero no para flagelarse, menos para rendirse y menos aún para paralizarse.

Como dijimos en el editorial por el 25 de Agosto, no era sencillo, todo el proceso debió hacerse en el año de la pandemia y de la crisis económica y social provocada por la aplicación de un ajuste neoliberal en medio de ella. En el año de la aplicación de la restauración conservadora, de la desocupación, de los 100 mil pobres más, el de miles comiendo en las ollas populares, del aumento de las tarifas públicas, la subida del dólar, la caída del salario, del Presupuesto de ajuste, el del impacto brutal de la derecha en el gobierno. Todo el proceso debió hacerse encajando el impacto de la derrota electoral, del retroceso.

Pero pasó que se juntaron 800 mil firmas y eso cambió todo, también al Congreso del Frente Amplio. ¿Cómo no lo iba a cambiar? Si las y los frenteamplistas fueron protagonistas de primera línea de esa hazaña. Si la sienten suya porque la hicieron. Una vez más, las y los frenteamplistas le tapan la boca a la derecha y dejan a los enterradores del Frente Amplio vestidos, acicalados y sin fiesta.

No entienden, o más bien no quieren entender porque no les conviene, que si hubo autocrítica, en los documentos, claro, pero fundamentalmente en la práctica que es mucho más importante. Las y los frenteamplistas hicieron autocrítica práctica recorriendo el país, hablando con miles, recomponiendo el vínculo y la militancia en común con las organizaciones populares.

De esa manera, con práctica política y social superadora, enfrentaron el señalamiento autocrítico de más profundidad que tenía el debate del Congreso: la separación generada entre el gobierno y el Frente Amplio, entre el Frente Amplio y las organizaciones populares y entre todo eso y sectores importantes de nuestro pueblo.

Este fue el Congreso que hizo el balance de los tres gobiernos nacionales y de la derrota electoral, por supuesto que sí, pero también el que resumió la solidaridad militante con las ollas; el 8 de Marzo, el 1° de Mayo, el 20 de Mayo y el 14 de Agosto; el paro general del 15 de setiembre y las movilizaciones sindicales. La actuación de las y los legisladores frenteamplistas enfrentando a la restauración y luchando junto a nuestro pueblo. Y la acción de las intendencias y municipios frenteamplistas, mostrando con hechos, que hay otra forma de gobernar.

¿Hay acuerdo en todo? Ni de cerca. Quedan diferencias por saldar en torno a valoraciones diferentes de nuestros gobiernos nacionales. Pero hay niveles de acuerdo enormes, y uno es fundamental: la vigencia plena del Frente Amplio como herramienta política de transformación del Uruguay. Y hay otro acuerdo más, trascendental: es en unidad, es con todas y todos.

Es realmente trascendente que la principal fuerza política del Uruguay haya hecho casi mil asambleas de discusión, que hayan participado más de 1.200 delegadas y delegados de todo el país, discutiendo y decidiendo. No hay otra fuerza política en Uruguay que pueda mostrar algo igual, ni siquiera parecido.

Se habilitaron tres candidaturas a la presidencia del Frente Amplio, las de Fernando Pereira, Ivone Passada y Gonzalo Civila. En su declaración final, aprobada por aclamación, el Congreso convocó a lograr una gran votación del pueblo frenteamplista en diciembre, pero, a la vez, unir esa instancia democrática a la movilización popular central para que gane el SI en el referéndum.

Fernando Pereira planteó que el desafío es “construir la izquierda del futuro, la hegemonía, la nueva mayoría para seguir cambiando el Uruguay”.

A eso convocó el Congreso a recoger las raíces frenteamplistas y proyectarlas, en diálogo con las nuevas formas de organización y lucha de nuestro pueblo, criticando el actual estado de cosas y generando una práctica social y política que construya una nueva síntesis superadora en toda la sociedad.

El desafío es enorme, pero hoy, hay que atesorar que el Congreso del Frente Amplio contribuyó a ese objetivo.

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