El objetivo de la recolección de firmas y de la campaña del Si era anular los 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC). No lo conseguimos. Y eso hará que queden vigentes disposiciones que recortan libertades y derechos e impactan muy negativamente sobre el país y sobre la vida de nuestra gente.
Esto es así, pero también lo es que el No, que expresaba el respaldo a la ley, tampoco alcanzó el 50% de los votos. La LUC no tuvo en las urnas el respaldo de la mayoría de la ciudadanía. Que el No sacó 227 mil votos menos que los que obtuvieron los partidos de la coalición de derecha en octubre de 2019 y que les otorgaron la mayoría parlamentaria con la que votaron la LUC y otras leyes antipopulares. Que el Si obtuvo más de un millón de votos, 200 mil voluntades más que las firmas que entregamos en julio y más de 100 mil votos que los que logró el FA en octubre.
Es decir, el movimiento popular sale en crecimiento, la derecha y en particular el presidente Luis Lacalle Pou que hizo de la campaña un asunto personal, salen débiles y perdiendo votos.
Es necesario hacer un balance profundo de la votación y de la campaña, lo realizarán las organizaciones populares, políticas y sociales que la protagonizaron.
A cuenta del mismo hay algunas cosas que es imprescindible señalar.
En primer lugar, una vez más, el movimiento popular, sus organizaciones y la militancia, defendieron la democracia y la fortalecieron ejerciéndola. La recolección de firmas y la campaña por el Si fueron un enorme ejercicio de construcción de ciudadanía. Contra todo el poder alineado, el de la propiedad de los medios de producción, de la tierra, de los medios de comunicación, del capital financiero y de la administración del Estado, miles de militantes organizados, conquistaron con su esfuerzo el debate democrático que la derecha no quería. Que el pueblo haya podido ejercer su soberanía y decidir es una enorme conquista del movimiento popular, nadie nos la regaló.
En segundo lugar, no hay que dejar que minimicen el valor de la votación por el Si de este domingo. Más de un millón de votos, la mitad del país. Y reafirmar que ellos los que defendían el No y a la LUC perdieron 227 mil votos con respecto a octubre.
En tercer lugar, hay que continuar la lucha hoy mismo. Tiene que tener claro que así será Lacalle Pou, que salió a hablar como si hubiera logrado un 70% de los votos o siquiera hubiera confirmado en las urnas el gran respaldo a su gestión que las encuestas dicen que tiene.
Cuando le volvió el alma al cuerpo al ver que el Si arrimaba mucho, le marcaba un límite, pero no llegaba, Lacalle Pou, desde presidencia de la República, salió a hablar como el líder de un sector del Partido Nacional. Increíble.
Reivindicó el programa histórico, conservador, del Herrerismo y dijo que redoblaba la apuesta. Habló hasta de la salida del Mercosur, del envío al Parlamento de la Reforma de la Seguridad Social, ración completa de neoliberalismo. La pregunta es: ¿Sus socios de coalición que ven como esta conducción hiperpersonalizada del gobierno les hace perder votos le seguirán el tren como hasta ahora?
Pero, además, el ministro Luis Alberto Heber, que hasta el domingo juraba y perjuraba que la LUC mágicamente había bajado los delitos, salió a decir que parece que no, que este año aumentaron. El colmo de la desfachatez.
También se apuraron a implementar medidas que tenían en pausa, como la reforma educativa contenida en la LUC.
La cereza de la torta fue la decisión de un nuevo ajuste de combustibles, el octavo desde que asumió Lacalle Pou que prometió bajarlos, que acumula un aumento de 41% en el precio de la nafta. Un desquicio. Con el mecanismo de fijación de precios habilitado por la LUC.
Este gobierno continuará aplicando medidas antipopulares y gobernando para los “malla oro” porque los expresa políticamente y defiende sus intereses de clase.
En cuarto lugar, el principal avance de esta lucha de dos años es el salto en calidad en los niveles de unidad y de organización popular. Es la experiencia compartida de militancia de miles en todo el país. Es el fortalecimiento de lo que denominamos el bloque histórico, político y social, democrático y radical de los cambios y simplificamos como el campo popular.
Todo ello es fundamental. Pero hoy, queremos terminar este editorial saludando a la militancia popular uruguaya, a las y los miles que se comieron la cancha, que caminaron el país entero, que golpearon puertas, que dialogaron, argumentaron y convencieron. A las y los que enfrentaron a todo el poder concentrado y le disputaron a pulso la iniciativa política.
A las y los que el domingo se abrazaron y lloraron de alegría y de bronca, porque sabían lo que estaba en juego y lo poco que faltó.
La semana pasada decíamos que el resultado estaba abierto y que se podía. No era una expresión de deseos. Era la constatación del poder transformador de la militancia popular cuando actúa unida y organizada. Su enorme impacto sobre la realidad.
A ustedes compañeras y compañeros, que lo dieron todo, un abrazo enorme, apretado. Seguimos juntas y juntos en esa tarea hermosa de construir la fuerza popular necesaria para lograr la transformación social, porque como decía Alfredo Zitarrosa: “No hay nada más sin apuro que un pueblo haciendo la historia”. Y eso estamos haciendo, ni más ni menos.