Eso me pide

Podríamos escribirle una carta, pero no habría dirección exacta adonde hacerla llegar, porque su voz de otro, nos lleva a miles de caminos, miles de posibilidades, incluso algunas desconocidas. Permanece encantado, no muerto.Hacemos referencia al poeta Guimaraes. Como él siempre nos acompaña, seguro que entenderá que estas palabras intentan solo motivar, que se sienta curiosidad por conocerlo más. Reconocer la importancia de su obra, no solo sus canciones, sus composiciones, sino sus crónicas, cuentos, poemas merecidamente premiados, notas periodísticas, en fin mucho más, ya que fue un intelectual que trascendió comprometido con su tiempo.

Nuestra uruguayes ese patrimonio intangible que seguimos modelando, nunca estará quieta y terminada, sigue creciendo, moviéndose en las coordenadas del alma. Así que compartimos, momentos, diminutas gotas de una vida tan rica, que sigue nutriéndose en la historia, cada vez que sinceramente lo evocamos, cada vez que lo susurramos.

Porque Alfredo es a  la vez una voz íntima y es la de miles atronando en apoteosis artística. Ese es Alfredo, el que cada uno recuerda, crea, dándole vida en la memoria colectiva. Es también el compromiso que asumimos de invitar a disfrutrarlo, y así ganar un hermano.  

Alfredo, llegó a este mundo y el dolor ya lo vino a buscar. Su madre, lo deja al cuidado de una pareja mayor, partiendo en busca de un horizonte muy lejano, fama y éxito, la canción Baila La Maga es un crudo reclamo de ello. Los Duran lo cobijan en su nido y lo ayudan a crecer, con sus tiempos, que no era un tiempo joven.

Alfredo conoce de la niñez mansa  a orillas de un río que lo atrae en su devenir. Lo marca, sabiendo de la hondura que encierra su aparente calma. Como el alma. Las mariposas hechas letras, hechas pensamientos e ideas,  encerradas en los libros clásicos que aprendió muy rápido a leer, le permitieron ser uno y ser miles en sus personajes, se liberaban en su mente. Su imaginación y conocimiento le permitieron abstraerse y comenzar a desandar el arduo camino de crecer. Que implica también perdonar el abandono.  Este siempre lo acompañó, lo peinaba con su jopo cada día, lo fumaba en sus miles de cigarrillos, lo hilvanaba en palabras hechas canciones. Siempre estuvo también en su mirada.

Cuando ya era un profesional de la radio fue en busca de su padre y este lo rechazó. La bronca se convirtió en una blasfemia que el viento llevó, y de aquellas lágrimas, las últimas, por ese ser que no asumió, fue testigo su joven novia y compañera del dial.

Fue un hombre que se moldeó a sí mismo, se pulió en lo desconocido con toda pasión, con la disciplina del que sabe que sólo tiene una oportunidad y no quiere perderla. Por eso para él, la melodía es lo primero y después hay que buscar el texto que se acople, sin fisuras. Horas y horas dedicadas a la creación, su gran pasión.

Es conocida la historia pero no por ello menos ilustrativa, cuando van a su casa de Las Toscas, Comisario y milicos para allanar su casa y él, que estaba en otra pieza componiendo, los intercepta y les hace escuchar su reciente canción, ante la mirada incrédula de los milicos, el Comisario exclama “Pucha! que escribe bien, don Zitarrosa!!” era “La canción quiere” Leyenda? Seguro que no, porque pasan las generaciones y las nuevas lo siguen eligiendo como referente.

Siempre queda algo para descubrir en sus composiciones, y me gustaría tener la capacidad de sintetizar. Pero nos perderíamos los detalles que son los que hacen a la inmortalidad de este cantautor uruguayo.

Quien concibió la amistad con la posibilidad de compartir el dolor más profundo para aligerar la carga, es un ser excepcional, y ese era Zitarrosa y su amigo Boby Pimentel, lo vivió. En la canción “El olor a leña Boby”, nos cuenta de su desgarro, del dolor fraterno por su amigo, lo llamamos empatía, ponerse en el lugar del otro, para entender y aliviar la pena, compartiendo carga. Esa era su sensibilidad.

El era un compañero y camarada que siempre dijo presente ante la convocatoria solidaria.”… Vine a cantar, compañeros, porque era mi obligación, No negarme a la canción, Pero debo ser sincero, Y para mí lo primero, Es que era un acto del Frente, Con el corazón caliente, Y con la cabeza fría, Canté como suponía, Que ustedes quieren que cante, Pero soy un militante
Y mis canciones no son mías…  “

Agradezco tener la oportunidad de seguir conociendo a don Alfredo y su obra, conocer el legado enorme que aportó para contribuir a crear nuestra identidad cultural. Descontando su imperfección, saber que estuvo aquí en mi suelo, que era un hermano de lucha, me reconcilia con el hombre nuevo, ese en el que seguimos creyendo y trabajando para lograr alcanzarlo, eso me pide…

* Alfredo Zitarrosa nació en Montevideo, Uruguay, el 10 de marzo de 1936. Murió en la misma ciudad el 17 de enero de 1989.

Lylián Firpo

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