La brutal represión desatada por las fuerzas de seguridad al mando de la ministra Patricia Bulrich ha sido “justificada” por el jefe del gabinete del presidente Javier Milei.
En lo que se define como un intento claro de crear “un chivo expiatorio”, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, “acusó al kirchnerismo de alentar una especie de golpe de Estado con jubilados e hinchas de fútbol”.
Según consignó el diario Página 12, Francos “justificó la violencia policial” y definió como “accidente no previsto” al ataque contra un fotógrafo, “cuya vida corre peligro producto del disparo de un casquillo de gas lacrimógeno lanzado por la infantería” de las fuerzas de seguridad.
En la versión del funcionario el peronismo pergeñó la idea “de poner barrabravas a defender los derechos de los jubilados”, lo que, en su valoración “provocó los disturbios” que condujeron a una “generalización de la violencia”.
“Esta marcha estuvo organizada al grito de ‘que se vayan todos’ y lo que se pretende con eso es una especie de golpe de Estado”, aseguró el jefe de ministros en el curso de una entrevista radial.
La brutal represión, anunciada de forma desembozada mediante un comunicado de la institución que dirige Bulrich, derivó en la detención de cerca de 130 personas, junto a ello, se denuncia, las fuerzas de seguridad no solo “plantaron armas”, sino que, además, golpearon indiscriminadamente a ancianos, gaseando a niños que salían del colegio, realizando el seguimiento de manifestantes y efectuando disparos a mansalva,
Para Francos, fue la oposición quien provocó los desmanes “porque no encuentra un elemento para poder cuestionar a un gobierno que está buscando soluciones”.
En su cerrada defensa del brutal accionar policial, el jefe de gabinete “relativizó la gravedad de la acción policial y afirmó que el caso del reporteo gráfico agredido fue una “consecuencia desgraciada”, contraponiendo el ataque al periodista con “la cantidad de miembros de las fuerzas de seguridad y la Policía heridos e internados”.
En sus declaraciones a Radio Mitre, el jefe de Gabinete intentó se dedicó a intentar convencer que “la mayoría” de los argentinos estaba de acuerdo acuerdo “con las políticas implementadas” por el gobierno nacional, al tiempo que recalcó “que el uso de la violencia por parte de las fuerzas de seguridad es lo que corresponde”.
Al comentar la decisión de la jueza Karina Andrade de liberar a 94 de los detenidos por el mero hecho de manifestarse, dijo que “si detienen a 130 o 140 personas y a las pocas horas una jueza dice que estaban defendiendo derechos y los libera, es muy difícil combatir la violencia organizada”.
Para el funcionario, las movilizaciones realizadas “contra el gobierno de Javier Milei” deben responderse con “la aplicación de la ley con más dureza”, y advirtió que aquellos “continúen protestando en las calles serán reprimidos como corresponde”.
“No pueden usar armas, tirar piedrazos, romper todo y dejar un tendal de daños para hacer una manifestación”, dijo el funcionario, que no hizo ninguna referencia a la violencia desatada por las fuerzas de seguridad dirigidas por Patricia Bullrich.
La masiva marcha fue acompañada por varias hinchadas de fútbol, así como por diferentes gremios, movimientos sociales y partidos opositores, tanto de izquierda como del peronismo.
En la misma, los manifestantes reclamaron el aumento en las jubilaciones, la recuperación de los medicamentos gratis, restringidos por los recortes de Milei y que se reabra «la moratoria previsional, dada de baja por La Libertad Avanza, porque 9 de cada 10 mujeres y 8 de cada 10 varones cercanos a la edad de retirarse no podrán jubilarse sin ella».
Por su parte la ministra Bulrich aseguró que el operativo que se compuso por cinco fuerzas policiales, evitó un «mal mayor» ya que según su valoración los manifestantes, a quienes denominó «energúmenos” fueron “preparados para matar” y “tomar el Congreso”.
La prueba de ello, de acuerdo a Bulrich es que fueron incautadas «armas de fuego, armas blancas y papeles donde tenían anotado su presunto plan».
“Esta gente», remarcó la ministra, «venía a por todo, a tomar el Congreso. En general, las marchas como esta comenzaban con 40 o 50 jubilados, después se sumó la izquierda y ahora se sumaron todos estos grupos (…) Es una mezcla de narcopolítica con otras personas”.