UJC
A veces resulta un poco abstracto lo que se dice cuando estamos hablando de economía, parecería que nos encontramos en una dimensión de la vida que muchas veces no nos toca. Por eso, es importante que hagamos el ejercicio de bajar a tierra lo que decimos, de pensar que implica los números que nos dan en la tele o que leemos por ahí. Asimismo, para convencer a quién no se encuentra cerca de los fríos números está bueno mostrarle realidades, pero sin ser tremendistas, porque a veces por llenar esos números de “vida cotidiana” se puede caer en cierta banalización de los problemas más acuciantes para la gente.
Un ejemplo claro que impacta en las personas más vulnerables es el (des)manejo que se ha tenido con ASSE. Faltan medicamentos, tiempos que pareciera que cada vez se extienden más. Los números dicen que por dejar “buenas cifras” en lo económico ni siquiera les pagaban a los proveedores. Suena duro, pero así es como se ha manejado el anterior gobierno, intentando hacer campaña con buenas cifras, pero olvidándose del interés supremo de sus compatriotas. Se supone que son “expertos” en recorte del gasto público, pero ni siquiera eso pudieron hacer, dejaron el Déficit Fiscal más importante de la recuperación democrática. Y lo peor, es que esos gastos no fueron para quienes de verdad necesitan una mano. Lo más terrible es que se le deja al gobierno entrante una bomba, gastos que no se pueden realizar porque están destinados a las “jodas” del gobierno saliente. Tendremos que pagar un montón de cosas en vez de invertir en los problemas reales de la gente. No es algo abstracto, es algo muy concreto, desde la seguridad a la educación hay gastos que no se van a poder hacer: un maestro menos, un policía menos, un médico menos. Vidas, siempre las más pobres, que se deterioran por culpa de esa idea nefasta del gobierno de beneficiar al capital por sobre el laburante.
A pesar de estas dificultades, el gobierno del Frente Amplio liderado por el compañero Yamandú Orsi tiene clara sus prioridades, esas que están en el programa y que vienen de las múltiples discusiones con la gente. Es claro que esos números fríos deben estar “ordenados”, pero, sobre todo, deben estar al servicio de la generación de políticas públicas que ataquen la desigualdad, que pongan a quienes tienen la vida más jodida adelante.
En la escuela nos enseñaban esa frase de Artigas de que “los más infelices serán los más privilegiados” y nosotros y nosotras queremos que al igual que los números de la política económica se transformen en realidades palpables para la gente. Tenemos la obligación de hacer que el PBI suba, pero sobre todo tenemos la obligación ética de disminuir la desigualdad. Tenemos la obligación de generar políticas que eviten que el quintil más pobre tenga menos recursos mientras que los más ricos siguen creciendo en sus ganancias. Porque eso es injusto, porque no es el modelo de sociedad que queremos y necesitamos. El peor legado que nos dejó el gobierno de Lacalle, esa “pesada herencia” es la de haber tenido un gobierno que efectivamente haya trabajado para el beneficio de los “malla oro”.
Vamos a poner el foco donde lo necesitan los trabajadores, en especial los jóvenes. Vamos a seguir discutiendo el conjunto de la matriz de protección social, en especial el marco jubilatorio, porque es un compromiso de campaña y porque nadie debe vivir para trabajar toda su vida ganando sueldos y jubilaciones de miseria. Debemos parar con esta crisis de empleos que nos dejó el gobierno anterior, porque la falta de trabajo se siente y se palpa eso no es cuento, pero eso no debe ir contra los derechos de los trabajadores. Nuestro modelo de desarrollo, es decir, la manera en la que queremos que nuestra sociedad sea más libre e igualitaria, pasa por el ejercicio pleno de los derechos constitucionales consagrados y el fortalecimiento de la producción de conocimiento. Vamos a necesitar de la Udelar, de la UTEC, de ANEP. Y vamos a necesitar a nuestras empresas públicas abriendo caminos. Vamos a necesitar que más y más trabajadores se organicen para pelear por sus derechos y que nos marquen el camino.
Esto debe ir complementado con una fuerte apuesta a la infancia y la adolescencia, esos sectores de nuestra población que las políticas no han abordado lo suficiente, y que por supuesto, en el último gobierno se han visto más relegados que nunca. Becas estudiantiles, una mayor potencia del sistema de cuidados, foco en transferencias a la infancia, vivienda para jóvenes son solo algunas de las propuestas que levantamos y reivindicamos como necesarias para que podamos vivir en una sociedad mucho más libre.
Desde aquí manifestamos nuestro compromiso, desde el parlamento y el ejecutivo, para poder cumplir estas metas prioritarias y terminar con esa herencia maldita que nos dejó el gobierno. Ese compromiso de que los números fríos no solo reflejen buenos indicadores para empresas privadas multinacionales, sino que se vean reflejados en como muchas familias pasen los próximos inviernos, en que muchas familias tengan heladeras un poco más llenas, en que las familias no tengan miedo de enfermarse por falta de medicamentos, en que los cuidados no sea un problema para que nadie pueda asistir a un centro educativo.
No se trata solo de buena voluntad del gobierno que la hay, sino de que cada vez haya más gente consciente que estos números importan, importan cuando son interpretados en un sentido popular.
Para esto, cada vez más debemos estar ahí defendiendo una perspectiva de ese Uruguay en que nadie quede atrás, porque como dice el poema “con tu puedo y con mi quiero, vamos juntos compañero”. Es tiempo de seguir cambiando el Uruguay, el pueblo uruguayo no fallará.