Gustavo Castiñeira
La fecha siempre nos convoca, desde aquel lejano 17 de abril de 1972. El querido Paso Molino vivió de sus noches más duras. La clase trabajadora de sus jornadas más sangrientas. Todo en la Seccional 20 del Partido Comunista, en Agraciada 3715 casi Valentín Gómez. A comienzos de 1972 ese local nucleaba a militantes de diversos barrios como Paso Molino, Belvedere, La Teja, Pueblo Victoria, Prado y Nuevo París. También concurrían obreros de distintas fábricas, curtiembres, textiles, el vidrio, BAO y metalúrgicas, junto a la presencia habitual de jóvenes militantes de la Unión de Juventudes Comunistas, UJC, muchos que estudiaban en el Bauzá.
En los días previos el Uruguay estalló en violencia. El 14 de abril los Tupamaros deciden ajusticiar a miembros del “Escuadrón del Muerte”. La respuesta de las Fuerzas Represivas fue aún más dura, matando a varios militantes, entre ellos a un matrimonio que se entregaba con los brazos en alto.
Lo que pasó aquel 17 de abril es contado de diversas maneras, según en qué lado de la vereda uno ande parado. Pero realidad hay una sola. Ese día en total diez personas son baleadas, nueve de ellas, los compañeros comunistas, cuando salieron con las manos en alto y sin armas del local partidario. Siete de los compañeros mueren instantáneamente o son dejados morir sin atención médica en la calle. Ellos fueron Luis Alberto Mendiola, Raúl Gancio, Elman Fernández, Ricardo González, José Abreu, Justo Sena y Ruben López. Héctor Cervelli muere días después en el Hospital Militar. José Antonio Machado, a pesar de ser herido en la cabeza, sobrevive. También fallece, dos años después, el 31 de enero de 1974, a consecuencia de heridas recibidas en el lugar de los hechos, el capitán del Ejército Wilfredo Busconi.
¿Pero que dijeron las fuerzas represivas sobre los hechos? En la sesión parlamentaria de aquel día de abril, el Ministro de Defensa lee el comunicado oficial número 77 de las Fuerzas Conjuntas. Entre otras cosas dice: “Al aproximarse los integrantes con el fin de reclamar la documentación a los ocupantes del rodado, el conductor y sus ocupantes abandonaron precipitadamente el lugar, y minutos más tarde, desde los fondos del club político de referencia y desde las azoteas vecinas al mismo, se produjeron numerosos disparos que se incrustaron en las paredes y produjeron roturas en varios vidrios de las casas vecinas. El vehículo mientras tanto continuaba precipitadamente su fuga. A raíz de lo sucedido se procedió a bloquear el club por la Avenida Agraciada por una salida adicional al mismo que da a la calle Valentín Gómez. En esas circunstancias, desde el interior del club comenzaron a efectuarse nuevos disparos de armas de fuego, en particular contra el vehículo de las Fuerzas Conjuntas que acudió al lugar. Aproximadamente a las 3.30 se conminó por medio de megáfonos a los ocupantes de la finca a salir y entregarse, lo que fue aceptado por todos los ocupantes. En circunstancias en que abandonaban el lugar, el Jefe y Oficiales de los efectivos actuantes, que se habían adelantado a realizar concretamente el procedimiento, uno de los integrantes del grupo ocupante que se entregaba, disparó un arma que llevaba oculta entre sus ropas, contra uno de los Oficiales de las Fuerzas Conjuntas, hiriéndolo gravemente en la cabeza. El tiroteo originado al ser repelido el fuego determinó que 7 de ellos resultaran muertos, dos heridos y varios detenidos, logrando huir otros, entre ellos una mujer. En el interior del local, una vez finalizado el procedimiento se hallaron varias armas de fuego”. Una mentira…tras otra.
Si se lee la versión militar de los hechos, que aparece por ejemplo en el libro “Las Fuerzas Armadas al Pueblo Oriental”, se enterará que: “Las FFCC realizan un procedimiento en predio lindero a un club del PC en Montevideo, donde se halló un arma que se denunció haberse arrojado desde la azotea de dicho Club, cuyo desalojo se intima entonces a los ocupantes. En momentos que éstos salen hacia la calle, un disparo hiere de gravedad en la cabeza al Capitán Wilfredo Busconi, que dirige la operación, originándose un tiroteo a consecuencia del que mueren siete afiliados a dicho partido”. Los militares hablan de un tiroteo, donde todos los muertos son del otro bando. Raro enfrentamiento.
En otro libro de las Fuerzas Armadas, “Testimonio de una nación agredida”, escrito en 1975, dice…. “El 21 de abril de 1972 (hasta la fecha equivocan), las Fuerzas Conjuntas allanaron un club Comunista en el Barrio Paso Molino. Sus ocupantes se resistieron a balazos dando muerte al Capitán Busconi. En el enfrentamiento mueren 7 comunistas”. Aquí llama la atención que nombran 7 muertos comunistas, cuando fueron 8, como en el texto anterior, y dan por muerto al Capitán en esa jornada, que en realidad morirá 2 años después, aunque sí es cierto que por consecuencia de la herida recibida. Lo que tampoco dicen es que luego del peritaje balístico se confirmó que la bala que impactó en el Capitán era de un arma militar. Ellos mismos mataron a su colega. Pero no es de extrañar…militares falseando la verdad es cosa de todos los días.
Pero hay otras bibliotecas, por suerte, para saber la verdad. El 16 de abril por la tarde Liverpool, el equipo de Belvedere, jugaba contra River, el equipo del Prado, y pierde uno a cero. El gol de los “darseneros” fue convertido por un joven Fernando Morena. Manuel Méndez, hincha de Liverpool y exjugador, me contó que fue a ese partido con su amigo e hincha negriazul como él, el “Cacho” Sena. Cuando se fueron de la cancha, mascando bronca, los amigos se separaron. Y el “Cacho” termina yendo al local de la Seccional 20. Cayendo la noche, el Paso Molino, ese barrio entre el Prado y Belvedere, estaba con un clima muy complicado.
Dice el libro “Los Fusilados de Abril”, de Virginia Martínez: “16 de abril, hora 20. El Seccional ha sido allanado dos veces en el día. Hay diez o quince detenidos. Una orden militar prohíbe el ingreso a la casa. Sin embargo, al caer la tarde comienza a llegar gente al Seccional…. unos vienen para acompañar a los otros, para estar juntos, para darse ánimo. Porque el Seccional es también para algunos la segunda casa, todos los días después del trabajo, aunque no haya actividad política, pasan por allí…”. Uno de esos que termina quedándose es Justo Sena.
El jugador fantasma
En su libro, Virginia Martínez recrea crudamente lo que fue aquella jornada. Y también hace una semblanza de cada uno de los 8 mártires comunistas, a partir de entrevistas a conocidos y datos que va encontrando. Reconoce que, sobre uno de ellos, Ruben Claudio López, casi no logra conseguir datos: “De la vida de Ruben López he podido saber poco. Ni su edad, ni si tenía familia. Trabajaba en un puesto de verduras que hay en la misma cuadra del Seccional. Es difícil pensar que estuviera en el local esa noche sin ser un militante activo. Los compañeros no tienen recuerdos de él y los vecinos dicen que pasaba todo el día allí porque trabajaba cerca y no tenía familia”.
Esto es todo lo que dice sobre Ruben la autora, aunque agrega al pasar que “Había jugado al fútbol en el club Liverpool”. En 1987, en un suplemento de El Popular, recordando la fecha, dice que Ruben Claudio López nació en el Cerrito de la victoria, que era obrero en Carmeta, una metalúrgica, y que fue “una gran figura de primera división de Liverpool”. Esa misma información la repite el edil Hebert Nuñez, en sesión de la Junta del 17 de abril de 2007, donde hace una reseña de lo sucedido ese día en 1972, y donde dice de Ruben López que fue jugador de la institución de Belvedere.
Yendo más hacia atrás, quizá el dato surge de un artículo publicado al mes de asesinado Ruben, en El Popular. El diario fue hasta la casa de Delia López, su hermana, para recordar a Ruben con ella y algunos amigos. Delia cuenta que: “Siempre fue así, bueno de corazón, generoso, corriendo solicito a atender a amigos, a solucionar problemas de quienes a él acudían. Era un muchacho sano, alegre, activo, trabajador. Fue obrero de Carmeta y luego trabajó en el Mercado modelo”. Y luego sigue la nota diciendo: “Jugó al fútbol –agrega uno de sus compañeros- y llegó a formar parte del primero de Liverpool. Perfilaba como astro, pudo haber llegado a ser un crack”.
Hay que buscar. Aparece en 1954 jugando dos partidos con el equipo negriazul un W. López. Incluso en uno de esos partidos haciendo el gol del empate con Peñarol en el Centenario. Pero no es el López asesinado en la Seccional, pues su segundo nombre era Claudio. En 1955 aparece jugando varios partidos un Juan C. López, pero tampoco coincide el nombre. Quizá sea alguno de esos López, o quizá haya jugado en juveniles, pues aparece un López en la formación de la cuarta de Liverpool de 1951.
No terminamos de confirmar ese pasado negriazul de Ruben. Lo que sí se sabe, con seguridad, es como muere, a mano del fascismo: “La primera bala le ingresa por la nuca, tumbándolo en el suelo y la segunda ingresa por el costado del cráneo. Baleado por la nuca, con lesiones nerviosas mortales. Caído en el suelo, boca abajo, recibe otro balazo, desde la cabeza a los pies, desde unos metros, con bala que entró por el costado derecho de la cabeza y salió por la base del cuello del lado izquierdo. Muerte casi instantánea”.
El hincha negriazul
Por uno de los mártires seguro que corría sangre negriazul: Justo Sena, el “Cacho”. Tenía 28 años y era oriundo de Rocha. Vivía en Llupes Nº 4525, en un modesto rancho, aunque otros recuerdan que vivía por Carlos de La Vega casi Adolfo Vaillant. Tenía dos hijos, y era Gráfico. El Popular lo recuerda como mandadero del diario primero y gráfico después, y que era el hijo menor de una familia humilde, de muchos hermanos.
Tuve la suerte de hablar con varias personas que lo conocieron. Hugo, veterano amigo del barrio y de la tribuna, recuerda haber sido alcanza pelotas con “Cacho”: “Era dueño de una habilidad increíble, un payaso, bandido, travieso, siempre estaba pensando a quien hacerle una broma. Vivía con una sonrisa. Bueno como el pan. Un día, inolvidable, jugamos en Belvedere contra Peñarol, Edgardo González, “el diablo”, le marcó a Peñarol un golazo de cabeza. Había que hacer tiempo. Nos estaban bombardeando. El “Cacho” estaba al costado del arco de Peñarol. Liverpool lleva una carga aislada y la pelota se va, la recoge el “Cacho” y Maidana, famoso golero aurinegro, corre pidiéndosela. Cuando está al lado, extiende las manos, pero el “Cacho” la engancha con punta y talón y se la jopea bien justita. La tribuna explotó, y el “Cacho”, mientras se iba expulsado, saludaba con los dos brazos y con tremenda sonrisa a la tribuna. Ganamos 1 a 0”.
Justo se vino de Rocha con su familia cuando su padre murió, tenía un año y medio en ese entonces. Fue a la escuela Hogar, que estaba en la Quinta de Herrera y a los 13 años comenzó a vender pastillas y candes en el tranvía. Luego trabajó en una fábrica de embutidos y en la construcción, hasta que comienza a trabajar en El Popular. Su carácter, su alegría, su estar en varios clubes de Nuevo París, hicieron de “Cacho” un muchacho muy popular. Era habitué del Club de Pesca de Nuevo París o del bar San Francisco, en Santa Lucía y La Marina, donde tenía su barra de amigos. Y estaba su militancia en el Comité “Llupes” del Frente Amplio, o en la Agrupación “Nuevo Paris”, del Partido Comunista. Y no se perdía con su barra ningún partido de Liverpool.
En el libro de Virginia Martínez aparece como citada varias veces Noemí Apostoloff, quién me recibió amablemente en su casa de La Teja, cerca del bar La Razón, a la vuelta de donde vivía Adalberto “Plomito” Soba, el hincha de Liverpool desaparecido. Hablamos mucho con Noemí, sobre su militancia junto al “Cacho” Sena en la UJC, sobre su vida, sus ideales, sus compañeros muertos, su compromiso y el de su generación. Sobre “Cacho”, me contó que vivía de changas y era canillita. En su afán de demostrar que la gente que murió era gente común y corriente, no héroes de mármol, insistió en que él era un tipo como cualquiera, que le gustaba salir, bailar, tomar algo, era un loco “pintún” al decir de Noemí, se empilchaba y mataba entre las gurisas. Siempre alegre, era buena gente, le gustaba la vida, con una sonrisa siempre. Con salidas ocurrentes que te hacían morir de la risa en los peores momentos.
Sobre la fatídica noche, Noemí me recalca que al “Cacho” le pidieron que fuera a reforzar la vigilancia en la seccional porque faltaba gente. No le tocaba a él estar ahí. Cuando se enteran de que el “Cacho” era uno de los muertos los compañeros de la UJC no lo podían creer. Noemí no tiene dudas sobre lo que pasó esa noche: “Los Fusilaron, así nomás, me los imagino saliendo con el viejo Mendiola adelante con las manos en alto sin pensar lo que iba a pasarles. Al “Cacho” lo dejaron desangrar”.
El hincha negriazul muere por la calle Valentín Gómez, al lado de la Seccional, producto de las cuatro heridas de bala recibidas. La información proveniente de la autopsia señala que el primer balazo le da en el pecho, el segundo en el abdomen, el tercero encima del pubis y el cuarto en el muslo, sin embargo no muere instantáneamente sino por hemorragia interna.
Cerrando un círculo
El acto en memoria de los mártires de la Seccional es un acto que se hace todos los años. El primero fue el mismo sábado 22 de abril de aquel fatídico 1972, aunque aquel primer homenaje a los mártires fue en la explanada de la IMM. Pero la seccional 20 supo de varios actos en su historia. En el convulsionado 1968 se hace un acto en la Seccional en homenaje al 11 aniversario de El Popular. Entre los oradores de ese acto se encuentra Luis Eduardo Arigón.
Habiendo ingresado al Partido alrededor de 1960, fue hasta comienzos de la década del 70 Secretario político del Seccional Sur, que hoy lleva su nombre, siendo también importante dirigente comunista de FUECI y actuando, ya en la clandestinidad, como Secretario Político del regional 5 desde febrero de 1976.
Ya para 1966 era un militante más importante, y candidato del FIDEL a la Junta Departamental de Montevideo en las elecciones de ese año. En 1971 vuelve a ser candidato a la Junta Departamental montevideana, por la lista 2001 del recién nacido Frente Amplio. En 1974 es detenido por radio patrulla, al encontrase en una reunión “no autorizada”, y es llevado al Cilindro, donde permaneció 4 meses. El primero de mayo de 1977 es detenido nuevamente e interrogado bajo Medidas Prontas de Seguridad, por su vinculación con Omar Tassino, dirigente sindical de UTE que era buscado. A los 4 días lo ponen en libertad.
En junio de 1977, se puso en la mira al aparato sindical de Partido Comunista. Para esta nueva ofensiva las Fuerzas Conjuntas utilizaron el viejo hotel de La Tablada, en Camino Melilla y Camino de las Tropas, acondicionado para funcionar como centro clandestino de detención. El 14 de junio de 1977 Luis Eduardo, alias “Ignacio”, es detenido en un operativo, que, según los testigos, estaba comandado por un hombre de particular acompañado por cuatro soldados uniformados de color verde y armados. Los “milicos” ingresaron al primer piso pidiendo documentación, hasta llegar a la casa de Luis Eduardo. Se identifican como integrantes de las Fuerzas Conjuntas, y entran a la casa. A Luis Eduardo se lo llevan a La Tablada, donde fue interrogado y torturado. Un día antes le había pasado algo similar a Eduardo Platero, quién estuvo preso con Luis Eduardo y dio testimonió de lo que vio. También dio testimonio Juan Ángel Toledo, recordado dirigente textil y comunista, fundamental en la Huelga General. Siempre estuvo seguro de haber compartido detención con Luis Eduardo porque escuchó varias veces que una detenida lo llamaba por el nombre “Ignacio”, que era su seudónimo. Calculaba Toledo que habría estado 40 días.
En la Tablada es que Arigón muere y desaparece. Por años preguntamos donde estaba. Por fin, luego de larga lucha, sus restos se encontraron en junio del año pasado. El día de su funeral, en la explanada de la Universidad, mucha gente recordó un detalle. Luis Eduardo Arigón era hincha de Liverpool. Como su compañero, Juan Ángel Toledo, que era tan hincha de Liverpool, que viejos compañeros recordaban que se disfrazaba en la clandestinidad para ir a Belvedere a ver a su cuadro.
Supe de la condición de hincha de Liverpool por una historia contada por el Dr. Pablo De Polsi. Él había visto un antiguo banderín negriazul colgando de la biblioteca que era de Luis Eduardo. Para que el círculo se cierre, hace pocos años cerró un acto de homenaje de los mártires Florencia de Polsi, hija de Pablo. Dijo: “Los 8 van con nosotros todos los días. Pero hay algunos días como hoy que se hacen más conscientes, más claros, como si el velo que los separa de la muerte se borrara, y los pudiéramos sentir caminar entre nosotros. Recordándonos que el camino es largo, es duro, que el enemigo es enorme. Pero que lo enfrentamos unidos, con alegría, con solidaridad. Con método, con compromiso, con lealtad…”. Circulo que se cierra, de lucha, de compromiso, y de amor a una camiseta negriazul, la que amó el “Cacho” Sena, la que quizá defendió Ruben Lopez, por la que vibraban Luis Eduardo Arigón y Juan Ángel Toledo, y por la misma por la que vibra Florencia De Polsi y su familia.


