Arrancó la campaña por el todavía no anunciado referéndum contra 135 artículos de la LUC. Una movida que fue subestimada por el oficialismo ni bien se anunció la iniciativa, pero que ahora se la reconoce aún antes de ser oficializado el recurso por la Corte Electoral.

¿Un error de cálculo?, puede ser; pero si algo no le erran ahora es en reconocer que el referéndum es un hecho y así lo hacen saber arrancando fuertemente una campaña a nivel nacional y con todos los actores multicolores alineados. Enfrente estamos los que apoyamos la iniciativa y sumamos nuestra voluntad haciendo parte de las casi 800 mil firmas que hicieron posible lo que muchos no creían.

Con ese impulso que nos hizo acordar al empuje en el ballotage que privó de los festejos electorales en la noche misma de la elección y terminó confirmando el gobierno multicolor por un exiguo margen, se dio inicio a la campaña por el SÍ a la impugnación de lo peor de la LUC. Pero, fiel a nuestra idiosincrasia más pura, no podía venir sin reparos.

Desde el eslogan: “la LUC no es Uruguay”, hasta los spots, donde los énfasis elegidos utilizan el no como premisa, pudiendo llevar a confusión a quienes promueven la impugnación, o sea el SÍ. Esto me hizo acordar al juego del “Ni sí, ni no, ni blanco, ni negro”, donde los diálogos no pueden utilizar ninguna de esas palabras.

Hoy parece ser que algunos colectivos cuestionan el eslogan al punto de hacer de ello una prédica constante en grupos y redes, con lo cual no advierten que lejos de sumar, restan al objetivo final de dejar claro que la opción es por el SÍ. Algo parecido a lo de la profecía auto cumplida, que –por otra parte- terminó cumpliéndose y hoy sufrimos sus consecuencias…

Cuestión de enfoque

Es cierto que en comunicación hay que procurar ser claros, más en los tiempos que corren, donde toda acción es comunicación, al fin de cuentas. Seguramente que la frase elegida pudo ser otra, pero también es cierto que hay un comando de campaña que se decidió por la misma. Es decir, la campaña se lanzó con esa frase y si bien puede no haber sido la mejor, “es lo que hay, Valor!”, dijera Kesman.

Con esto no dejo de reconocer lo infeliz de la elección, pero elegida está y por tanto, no dedicaría espacios para criticar lo que ya es un hecho consumado. En cambio, volcaría mi esfuerzo en matrizar el SÍ como consigna que gane las calles y el imaginario, al punto de que, llegado el día, no exista ni un atisbo de duda al momento de poner la papeleta en el sobre.

No sea cosa que nos vuelva a pasar lo que nos pasó en la campaña de recolección, donde llegamos a dudar de llegar a las firmas, dominados por una agenda que hizo mutis del tema durante todo el tiempo que duró la recolección. A la invisibilidad dispuesta por los dueños de la agenda noticiosa, se sumó el silencio de radio impuesto por un oficialismo que ninguneó la recolección convencidos de su fracaso.

Esa extraña -e inducida- “sensación térmica”, (llamada percepción), fue una construcción impulsada por ese apagón mediático que se le hizo a la campaña de recolección. Claro que no contaron con un pueblo en rebelión que salió a la calle a buscar esas firmas que faltaban, y para el que no hubo pandemia ni apagón que lo detuviera.

Oficialmente lanzada la campaña por el SÍ y a pesar de las críticas que podamos hacer al método y/o el formato elegido, les sobra crédito a los impulsores del referéndum como para no contar con nuestro apoyo incondicional. No me olvido que, de no ser por su obstinado y convencido impulso, no se hubiera logrado el objetivo.

No podemos soslayar lo difícil que es instalar una campaña publicitaria por el SÍ luego de haber promovido la recolección de firmas diciendo “No a la LUC”. Se parte de un punto difícil de explicar para cualquier desprevenido, de ahí que las críticas sean del recibo que son, pero…

Si nos vamos a concentrar solo en criticar lo que ya está laudado, empezaremos mal el camino a recorrer por la impugnación de lo peor de esta ley que queremos sanear. Porque de eso se trata, de sanear una norma que contiene muchos artículos que fueron mejorados en una clara política de reducción de daños, que llevaron adelante nuestros legisladores. Porque lo que se planteó originalmente era mucho peor.

Las firmas están y en poco tiempo más será ratificado el referéndum que ya se confirmó en los hechos por todos los actores políticos de un lado y otro. Concentrémonos, entonces, en explicar y promover el VOTO POR EL SÍ, de manera de eliminar definitivamente lo peor de una ley inconveniente para la mayoría de los uruguayos.

Voy a dar vuelta el razonamiento para pararme en las filas de la coalición. ¿Se imaginan el lío que deben tener ellos también al promover el NO? Porque muchos podrán pensar que votar por el NO es negar la LUC y que para apoyarla hay que votar por el SÍ.

No quiero entreverar a nadie, solo pretendí entender lo difícil de una campaña de comunicación donde las consignas finales terminaron siendo las opuestas a las del impulso original que les dio origen (del NO a la LUC al SÍ a la derogación de 135 artículos), en pocos meses.

Como soy medio rústico a veces, hubiera preferido frases más contundentes, por ejemplo alguna similar a aquella que nos identificó durante mucho tiempo sobre una conocida yerba uruguaya y a la que hubiera modificado así: “Métase esto en el mate: Vote SÍ”…

Sencillito, ¿vió?

el hombre votaba SÍ,

el perro levantaba y bajaba el hocico…

Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»

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