Por Rolando Arbesún
Desconociendo, si se consideran sus dichos, que la Isla no forma parte, desde hace muchos años, de la organización regional solicitó al resto de los estados miembros de la OEA, para que condenen a Cuba “y promuevan los principios básicos de la Carta Democrática Interamericana para el pueblo cubano”.
Las presiones sobre países de la región y el mundo, con vistas a que adopten posturas condenatorias del gobierno cubano, ha sido denunciada por la Cancillería cubana.
Este martes y mediante un mensaje en su cuenta de Twitter, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, denunció que el Gobierno de Estados Unidos viene ejerciendo presiones contra terceros países con el objetivo expreso de forzarlos a condenar a la nación caribeña.
Se trata, agregaba el ministro de Relaciones Exteriores cubano de una política aplicada especialmente en países latinoamericanos.
“Recurren a maniobras injerencistas para agudizar bloqueo contra nuestra nación”’ denunció Rodríguez.
Como parte de estas presiones, agregó el Canciller, hay una política que promueve, además, las acciones hostiles contra ciudadanos de origen cubano, un hecho que se verifica con particular intensidad en los propios Estados Unidos y que se focaliza en aquellos ciudadanos y miembros de organizaciones, que abogan por un relacionamiento adecuado entre ambos países.
“Preocupa el incremento de amenazas por parte de sectores extremistas de la Florida vs cubanos residentes en EEUU que se oponen a una intervención”, escribió el canciller en su cuenta de Twitter.
En sus denuncias, Rodríguez alertó sobre el uso indiscriminado e irresponsable de la información sobre lo que acontece en Cuba, una información que insiste en desvirtuar los acontecimientos y que alimenta los pedidos para una “supuesta intervención humanitaria” que, en definitiva, se traduce en una irresponsable y peligrosa demanda de intervención militar.
Junto a estas acciones sobre terceros países, funcionarios estadounidenses, como el representante interino en la OEA, no solo incursionan con sus dichos en los asuntos internos del país, sino que, lo hace en un franco desconocimiento de lo que, al organismo regional le “correspondería hacer” en el caso de Cuba.
Al referirse a lo sucedido la pasada semana, Freden, que no ha emitido ninguna declaración sobre la represión que durante más de dos meses desatara el gobierno de Iván Duque en Colombia sobre los manifestantes en dicho país, dijo que en la respuesta estatal a los actos de vandalismo “hubo violación a los derechos humanos y las libertades”.
Prisionero de su apreciación y de su desconocimiento, el funcionario norteamericano “solicitó al resto de los estados miembros de la OEA que condenen a Cuba y promuevan los principios básicos de la Carta Democrática Interamericana para el pueblo cubano”.
Lo que el diplomático norteamericano olvida o ignora, es que no existen potestades para que el organismo internacional disponga ninguna acción sobre Cuba, ya que no es un estado miembro.
Desde antes de la expulsión de Cuba de la OEA, a instancias de los Estados Unidos, el organismo regional, no ha sido otra cosa que, “un instrumento para impedir revoluciones en América”, como denunciara el 6 de agosto de 1960, el líder de la Revolución cubana y su Comandante en Jefe Fidel Castro.
Más allá de su odio visceral al proyecto revolucionario cubano, el diplomático norteamericano debería acudir, en sus tiempos libres, a algunas clases de historia, capaz que así consigue, “desasnarse” un poco.