Por Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»
El idioma español es muy rico y a esa riqueza gramatical le suma las diferentes acepciones que puede tener una misma palabra. Encima la ductilidad que ostenta nos permite un sinfín de combinaciones y/o separaciones que aumentan su potencialidad.
Así las cosas, no es lo mismo decir increíble que in-creíble, porque si bien el primero alude a una supuesta falta de credibilidad también es aceptado como elogio cuando algo supera límites que no imaginamos para referirnos a algún objeto, acontecimiento o persona. Por ejemplo, decir que «la fiesta estuvo increíble» nos lleva a imaginar una jornada de diversión y entretenimiento muy disfrutable para sus protagonistas.
Ahora bien, ese mismo adjetivo puede utilizarse para calificar de forma negativa llegando al punto de poner en duda la credibilidad del calificado. Si encima lo separamos con un guión, la imagen revela gráficamente el verdadero sentido en que se la utiliza. Sin necesidad de recurrir a la ironía de aquel «We are fantastic» de gobiernos pretéritos, basta este particular adjetivo para definir la figura de un Ministro polifuncional que ha dejado la misma impresión en las carteras que ocupó hasta el presente.
Ya se sabe que cuando una persona pública pierde credibilidad, es despojado del intangible más valioso que puede lucir en la función pública. Encima, si esa autoridad es Ministro del Interior, hay un grave problema que lastima la confianza en la opinión de la gente…
De informes y fugas
Viejo parlamentario muy afín a los viajes y viáticos acumulados durante más de tres décadas, la oportunidad de la llegada al gobierno le abrió las puertas a una Secretaría de Estado como hombre de confianza del Presidente. El Ministerio de Transporte y Obras Públicas fue el destino y su gestión lo tuvo como triste protagonista que -al igual que el resto de los miembros del Gabinete- se preocupó más en deshacer o criticar lo hecho que a gestionar para el futuro.
No se hicieron esperar las críticas a las concesiones públicas en régimen de PPP que permitieron la construcción de carreteras, por ejemplo, sin olvidarnos de la suspensión del SICTRAC (Sistema Integral de Control del Transporte de Carga), el Gran Hermano del transporte. Un sistema que es reclamado por el sector que hoy percibe un aumento de los servicios de transporte irregulares, y cuestiona que su ausencia es responsable de accidentes con saldos trágicos como el de aquel camión que transportaba una grúa que colapsó un puente en los accesos de Montevideo
A esas perlas que lo pusieron en agenda, sumó la inexplicable conducta que asumió con el tema del Puerto de Montevideo y el acuerdo que concede a la empresa Katoen Natie por 60 años, la exclusividad del manejo de contenedores en régimen de monopolio desregulado. En ese tema, afirmó en el ámbito de la Comisión de Transporte del Senado, que contaba con informes jurídicos y económicos que fundamentaban el acuerdo ante la amenaza de un juicio internacional de la transnacional belga contra el Estado uruguayo.
Finalmente se comprobó que no habían tales informes, y que los que manejó el Ministro eran informes de parte, es decir de la empresa belga, que el gobierno había hecho propios en una increíble, (esta vez como adjetivo negativo), acción de impericia, negligencia o vaya uno a saber qué.
Lo concreto fue que ventilados los increíbles (otra vez) detalles de un acuerdo tildado de inconstitucional, ilegal e inconveniente para el país, y -tras la desgraciada muerte del titular de la cartera de Interior- el Presidente designó a su más experimentado político para el cargo, seguramente buscando que hiciera gala de esa experiencia acumulada gestionando la cartera más difícil de todo el Gabinete.
Pero tener experiencia parlamentaria no alcanza, hay que ayudarla con acumular conocimientos que permitan gestionar la seguridad con firmeza y profesionalidad. Aun careciendo de tales condiciones, la conformación de buenos equipos hubiera alcanzado para minimizar daños. No solo no lo hizo, sino que incurrió en gruesos errores comunicacionales que no reconoce ni corrige a tiempo, dejando a su figura en la cuerda floja. Eso es lo que está ocurriendo…
¿Se fue por la puerta o por un agujero del tejido?
La fuga del interno Hugo Pereira, que purgaba pena en la Unidad Nº 4 de Santiago Vázquez (ex ComCar), acumula una sucesión de errores muy graves:
1 – el primero de ellos fue la dilación en comunicar la fuga. En efecto, esta se produjo el 14 de agosto y se conoció recién varios días después de ocurrida, a través de una nota del diario El País del 23 de agosto;
2 – tampoco se divulgó en tiempo real la foto del fugado (práctica que caracterizó la gestión pasada);
3 – se conoció que el interno, a pesar de sus antecedentes, cumplía comisión laboral como mozo en el Casino de Oficiales en el horario de 14 a 22 horas. ¿Cómo se explica que nadie hubiera notado que no asistía a sus obligaciones desde el 15 de agosto hasta el 23 que se conoció la fuga?;
4 – el Ministro declaró en rueda de prensa que se había escapado por la puerta vestido de operador penitenciario; incluso relativizó la fuga «… a veces se nos escapan, son 4000 presos… uno se nos escapó»;
5 – el 26 de octubre, tras 12 días fugado, fue recapturado mientras tomaba un refresco en un bar del Cordón. El Ministro comunicó la recaptura desde su cuenta personal de Twitter, y dio por buena la versión del fugado que expresó que se había escapado por un hueco del tejido perimetral;
6 – acá no solo se cambia la versión oficial -entra en contradicción el Ministro mismo- sino que al hacerlo comete la increíble impericia de no advertir que con sus dichos trasladaba la responsabilidad a otro socio del gobierno, nada menos que al Ministro de Defensa;
7 – si fuera cierta la versión del preso tomada como buena por el Ministro, ¿cómo explica que hubieran pasado 12 días para verificar que había cercos perimetrales rotos por los que se puede escapar la población reclusa? ¿Nadie verifica el estado de los cercos perimetrales? Los militares apostados allí y encargados de la custodia del establecimiento penitenciario, ¿no advirtieron semejante detalle?;
8 – ¿no les parece que ni bien producida la fuga se debieran examinar todos los cercos perimetrales para descartar o confirmar si la fuga se produjo por alguna falla en los mismos?;
9 – ¿no les parece que con este detalle no solo se produce un quiebre entre dos carteras que debieran coordinar acciones para cumplir con su misión, sino que hay omisiones gruesas e inexplicables dentro del establecimiento? ¿Nadie se percató que faltaba un interno no ya la noche del 14, en la mañana del 15, del 16, etc, etc, hasta el 23 que se supo por la prensa?;
10 – y en el Casino de Oficiales, ¿nadie se dio cuenta de su ausencia?;
11 – ¿A qué Ministro hay que creerle? ¿Al que dijo que se fue por la puerta, o al que dio por buena la declaración de un preso que los ha dejado en incómoda posición con versiones encontradas? (Ahora hasta desmiente que la ropa encontrada en el lugar que muestran las fotos, sea suya).
12 – el Presidente, finalmente, los juntó en Anchorena, ¿será para ajustar los relatos y mostrar la coordinación que hasta ahora no ocurrió?
El Ministro Heber se ha convertido en una figura in-creíble, alguien a quien no se le puede tener confianza de lo que dice porque no sabemos si luego lo mantiene o cambia. Seguramente la responsabilidad no es toda suya, alguien le informó mal, le tiró fruta podrida. Un Ministro del Interior debiera ser más cauto a la hora de informar a la población, habiendo verificado convenientemente lo que diga, y -en todo caso- sin exponerse directamente.
Pero claro, es una práctica habitual de esta administración, eludir la comunicación oficial sustituyéndola por las cuentas personales de los gestores de turno, con lo cual sumarán seguidores, se creerán el cuento de ser influencers por un rato y marcarán tendencia por igual período de tiempo, pero serán -también- los únicos fusibles.
Tan fusibles que harán que los conviertan en personajes in-creíbles…
el hombre dijo una cosa,
el perro le ladraba otra…