Eduardo Lorier
“El mayor importador del mundo prácticamente ha colgado un cartel en su frontera que dice: ‘Cerrado al público’”, declaró Stephen Olson, un investigador principal visitante del ISEAS de Singapur.
Olson argumentó que Trump “habrá transformado las relaciones comerciales, pasando de un sistema en normas mutuamente acordadas y un comercio cada vez más libre a algo parecido a una extorsión dirigida por una organización criminal. La premisa básica es que hay que pagar para evitar el sufrimiento” (1).
Por su parte, el principal periodista del Financial Times, Martín Wolf, publicó un artículo bajo el sugestivo título de “Los aranceles de Trump dañarán al mundo”, en donde dice: “Parece inevitable que estos aranceles, sumados a la incertidumbre generada por el nuevo entorno político, inestable y tan impredecible, perjudiquen al mundo y a Estados Unidos, tanto ahora como a largo plazo.
Nuestras economías están más abiertas que nunca. Los aumentos repentinos y enormes de la protección tendrán, en consecuencia, efectos económicos mayores que antes. Los mercados bursátiles sin duda aciertan al predecir que buena parte del capital productivo actual se convertirá en chatarra: es probable que continue la turbulencia del mercado.
La aplicación de todos estos aranceles simboliza a la perfección la intención de Trump. Ha apelado a una ‘emergencia’ inexistente, permitida por una legislatura insensata, para imponer un aumento de impuestos altamente regresivos que afectará especialmente a su propia base política, en parte para financiar una extensión desproporcionada de su propio recorte de impuestos enormemente regresivo de 2017” (2)
Estados Unidos ha perdido la guerra industrial o manufacturera frente a China. Por eso continua ahora a un nivel superior la mayor guerra comercial de la que se tenga memoria, imponiendo aranceles (3) a todos los países del mundo con los cuales comercia.
Las leyes implacables del desarrollo capitalista están detrás de todo esto, aunque no sean fáciles de ver. En particular hay que destacar la ley de la plusvalía relativa, debida al desarrollo científico-técnico.
Cuando se descubren los chips o circuitos integrados, se produce un salto cualitativo y se rompen uno tras otro los límites físicos y sociales para los avances de la plusvalía relativa o de la productividad del trabajo social.
Estados Unidos había sido pionero en el desarrollo industrial sobre la base de la plusvalía relativa aplicando el taylorismo y del fordismo, dos métodos de producción y trabajo, a lo que debe agregarse sus importantes desarrollos científico-tecnológicos.
Al respecto, fueron claves los mecanismos que utilizaron Ford y Taylor para impulsar la plusvalía relativa (y, al mismo tiempo, superar la caída tendencial de la tasa de ganancia por el incremento del capital constante) sobre nuevas formas de producción y trabajo. Pero esos tiempos hace muchas décadas que quedaron atrás; el americanismo pasó a la historia al tiempo que otro país venía a ocupar el lugar de Estados Unidos: China.
China hoy es la industria del mundo porque así lo determinan sus menores costos de producción a base de la combinación de elementos de plusvalía absoluta y plusvalía relativa=ciencia y técnica al servicio de la producción, sus fabulosas economías de escala, las enormes inversiones en infraestructura productiva, la notable integración de las cadenas productivas y la mejoría continua en la educación superior y la investigación científica, entre otros factores.
Además, China a lo largo de los años fue asegurándose las fuentes de suministro externas de las materias primas para el desarrollo de su sector manufacturero en general y la tecnología digital en particular, incluyendo las llamadas “tierras raras”, el cobalto y el litio, esenciales para la fabricación de chips y materiales armamentísticos de última generación.
En síntesis, sus productos son los más baratos, incluyendo aquellos considerados más complicados técnicamente. Para simplificar podríamos poner a la empresa BYD, fabricante de autos eléctricos, como el ejemplo más claro de innovación y precios competitivos en cualquier país del planeta.
Es en este cuadro general que debe observarse la segunda guerra comercial de Trump, caracterizada por aranceles, sanciones y chantajes, que lleva al extremo su primera guerra, que también continuo el gobierno de Biden en lo que respecta a China.
Se pretende restaurar la base industrial estadounidense atrayendo capitales de todo el mundo para que vayan a producir en dicho país sin pagar aranceles o tarifas, promocionando mayores subvenciones para la industria y rebajas impositivas para las empresas que retornen al país remodelando sus cadenas de valor.
Los recursos para esa transformación provendrán de la recaudación por los aranceles.
Es un intento destinado al fracaso, pues el capital financiero especulativo estadounidense, el capital invertido en servicios que privilegian los negocios con el exterior y los exportadores clásicos no están interesados en un programa de esas características (4).
A lo que debe agregarse la imposibilidad física de concretarlo por la carencia de mano de obra especializada y de infraestructuras, el descalabro de la investigación científica-técnica desde la asunción de Trump (el personal académico y de investigación está decidiendo rápidamente a que instituciones europeas emigrará en respuesta a la eliminación de la libertad académica y la suspensión de sus investigaciones), entre otros factores de importancia para volver competitiva manufacturas e infraestructuras obsoletas.
Lo real es que voces calificadas del mundo empresarial y financiero, como los economistas de JPMorgan, han indicado que la mayor economía del mundo se contrajera un 0,3 % este año debido a los aranceles, cuando antes habían pronosticado un crecimiento del 1,3 % para Estados Unidos.
Igualmente, el presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, advirtió que los aranceles provocarían una mayor inflación y un crecimiento más lento.
Sin embargo, quizás estos pronósticos se queden cortos. Porque la situación ha generado una impresionante caída de la principal bolsa estadounidense: el S&P 500 perdió más de 5 billones de dólares el jueves 3 y el viernes 4 de abril, al final de su peor semana desde el inicio de la pandemia en 2020 (5).
Este derrumbe provocará una caída del consumo por la disminución del llamado “efecto riqueza”. Al respecto, una parte importante de los estadounidenses tienen acciones en su poder y la caída del valor de éstas los empobrece, disminuyendo su consumo.
No olvidemos que lo que algunos llaman el “excepcionalismo estadounidense (respecto de Europa)” (pleno empleo y el poder adquisitivo) de finales del gobierno de Biden se relaciona con cierto carnaval electoral, con la emisión desenfrenada de dólares bajo el nombre de estímulos cuantitativos (QE) y con “una política que buscaba mantener la demanda estadounidense fomentando el efecto riqueza mediante un aumento de los activos financieros e inmobiliarios, garantizado por unos tipos de interés bajos. Los titulares de activos se han beneficiado de esta política, mientras que el resto [los votantes de Trump], ha sufrido como consecuencia de la enormemente restrictiva evolución de los salarios que la ha acompañado” (6).
Para dar idea de las posibles afectaciones de los aranceles a los propios estadounidenses es relevante el análisis de Amy Klobuchar, la principal demócrata en el comité de agricultura del Senado.
En un comunicado dijo: “Este es el mayor aumento de impuestos en una generación y aumentará los costos en más de 5,000 dólares al año para la familia promedio. El caos económico y la incertidumbre que el presidente está creando están poniendo en peligro nuestra economía”.
A su vez, Angie Craig, la principal demócrata en el comité de agricultura de la Cámara de Representantes, dijo que los aranceles obligarían a las granjas estadounidenses a cerrar.
En un comunicado expresó que “aumentar los costos de los insumos, excluir a los agricultores de los mercados de exportación y obligar a las familias de clase media a pagar más en el supermercado no es una estrategia ganadora. Iniciar guerras comerciales expone a los agricultores familiares a represalias” (7).
Si es cierto que “desde su adhesión a la Organización Mundial de Comercio, China ha desarrollado infraestructuras y capacidades de producción que le permiten inundar el mundo de mercancías a precios imbatibles, [o sea] que el gigante asiático siempre ha sido un poderoso motor de desinflación para la economía mundial” (8), también será verdad que impedir que dichos productos baratos lleguen al consumidor estadounidense será inflacionario.
El lunes, el hermano de Elon Musk, Kimbal, miembro de las juntas directivas de Tesla y SpaceX, calificó los aranceles de Trump como un “impuesto estructural y permanente al consumidor estadounidense” en una publicación en X. “Un impuesto al consumo también significa menos consumo. Lo cual significa menos empleos”, añadió Kimbal.
Los aranceles a los países más pobres del mundo
El noveno país más pobre del mundo, Madagascar, deberá pagar aranceles del 47%; Myanmar, devastado recientemente por un terremoto, tendrá aranceles que se elevan al 44%. Igualmente, países como Camboya, Vietnam (46%), Tailandia (37%) y Lesotho (50%) han recibido los aranceles más severos.
Recordemos que el Sudeste Asiático mantiene fuertes vínculos económicos con Estados Unidos, que es el principal socio exportador de Vietnam y Tailandia, el segundo de Indonesia y el tercero de Malasia.
Los aranceles a China y la firme respuesta del dragón
Los aranceles impuestos a China el 2 de abril fueron del 34%. Se entiende que esto se suma a los gravámenes adicionales del 20% que Trump ya había impuesto a los productos chinos por el supuesto tráfico de fentanilo, así como a los aranceles vigentes que Estados Unidos ya había establecido anteriormente. Por ello, algunos productos chinos estarán sujetos a aranceles totales del 80%.
Los analistas del Citi establecen una tasa arancelaria efectiva promedio para los productos chinos del 65%, lo que describieron como “un nivel prohibitivo para el comercio entre Estados Unidos y China”. Un análisis de Goldman Sachs coloca en el 60% los aranceles promedio de Estados Unidos sobre los productos chinos.
Escribieron que, “en un escenario tan extremo”, el impacto podría reducir hasta 2,4 puntos porcentuales el crecimiento de China y 15,4 puntos porcentuales las exportaciones, antes de considerar posibles medidas compensatorias” (9).
Como respuesta, el lunes, funcionarios chinos declararon a los medios estatales que estaban dispuestos a reducir los costos de los préstamos y los requisitos de reserva de efectivo para los prestamistas. También afirmaron que había “amplio margen” para ampliar del déficit fiscal del estado y aplicar medidas extraordinarias para impulsar el consumo.
O sea, se profundizan las medidas adoptadas luego de las dos sesiones de los órganos gubernamentales de China, cuyo plan de acción especial comenzaba con objetivos para aumentar los ingresos de los residentes tanto urbanos como rurales.
Al mismo tiempo, China estableció el 3 de abril un arancel del 34% adicional para todos los productos estadounidenses exportados a China (10) y adoptó una serie de medidas, incluidas prohibiciones a las exportaciones de tierras raras y una investigación antimonopolio a la filial china del gigante químico estadounidense DuPont.
“La reacción china a los dos primeros aumentos arancelarios fue moderada y paciente, pero descubrimos que la paciencia no fue útil”, dijo Tu Xinquan, decano del Instituto Chino de Estudios de la Organización Mundial de Comercio en la Universidad de Negocios y Economía Internacional de Beijing.
Pero si bien la situación es mala, podría ser peor, afirmó Cory Combs, director asociado de la consultora Trivium China, con sede en Pekín. “Pekín se ha dejado estratégicamente margen para seguir intensificando las represalias dondequiera que las acciones de Estados Unidos o de otros países amenacen sus intereses económicos” (11).
Trump, enfurecido, impuso el martes aranceles adicionales del 50% a China, llevando el total a más del 104 %. Un portavoz del Ministerio de Comercio de China advirtió contra la medida de Trump, afirmando que Beijing “tomará contramedidas resueltas para salvaguardar sus propios derechos e intereses. Si Estados Unidos insiste en seguir su propio camino, China luchará hasta el final”.
En ese sentido, el miércoles 9 anunció un arancel de represalia adicional del 50% sobre las importaciones estadounidenses, que se sumarán a los aranceles del 34% anunciados previamente sobre las importaciones estadounidenses.
Por otra parte, Beijing respaldó la amenaza de represalias fijando el tipo de cambio del renminbi en 7.20 yuanes por dólar, el más bajo desde septiembre de 2023, en una señal de que podría depreciar su moneda para compensar los aranceles de Trump.
Más en profundidad, lo que se advierte para China es un cambio muy importante hacia el consumo interno. Al cerrarse el mercado estadounidense para sus productos, no le que otra que vender una gran parte de su producción a sus propios consumidores o a otros socios.
“¿Por qué no intentarlo? -se pregunta la consultora Carmignac-. Esta posible transformación -aún por confirmar- sería relevante y sus efectos sobre el crecimiento de la demanda mundial y los precios podrían ser significativos. Tras cuatro años de debilitamiento económico deflacionista en China, ¿podemos esperar que Trump también ‘Makes China Great Again’ [Haga que China vuelva a ser grande]”.
La forzada reculada de Trump
El descalabro de las bolsas y las presiones de todos los actores internacionales, incluyendo importantes representantes del capital financiero que lo apoyaron, obligó el miércoles 9 a que Trump anunciará una pausa de 90 días en los aranceles recíprocos contra países que no toman represalias y estaban dispuestos a negociar.
Es la primera señal de que se estaba alejando del borde de una guerra comercial en toda la regla.
Sin embargo, China no quedó excluida sino que, por el contrario, aumento el arancel que Estados Unidos le impone a China al 125%.
Citas bibliográficas
(1) Pak Yiu, NIKKEIAsia, Cinco cosas que debes saber sobre el impacto de los aranceles del “Día de la liberación” de Trump en Asia, 03/04/2025.
(2) Martín Wolf, Financial Times, Los aranceles de Trump dañarán al mundo”, 08/04/2025.
(3) Los aranceles se basan en las balanzas comerciales existentes. La fórmula utilizada toma el déficit comercial de bienes con Estados Unidos con un país en concreto y lo divide por el total de importaciones de dicho país; luego, a esa cifra, que representaría el “arancel final”, se la divide por 2, para darle el barniz de amabilidad. Una verdadera chapucería, según la mayoría de los analistas. El arancel mínimo es del 10% para todos los países.
(4)
(5) La caída de más del 10 por ciento del S&P 500 durante el jueves 3 y el viernes 4 es solo la cuarta vez en los últimos 85 años (después del colapso de 1987, en 2008 durante la crisis financiera y a principios de 2020) que el índice ha caído tanto y tan rápido, según Deutsche Bank.
(6) economía&mercado, El País, Trump: “Hacer grande al resto del mundo de nuevo”, Carmignac Gestión de Fondos, 08/04/2025.
(7) https://.theguardian.com/us-news/live/2025/apr/03/donald-trump-tarifs…
(8) economía&mercado, opus cit.
(9) Pak Yiu, NIKKEIAsia, Cinco cosas que debes saber sobre el impacto de los aranceles del “Día de la liberación” de Trump en Asia, 03/04/2025.
(10) A diferencia de las dos rondas anteriores de aranceles impuestos por Trump, la represalia de China no fue a categorías específicas de importaciones estadounidenses, sino que esta vez Beijing anunció un aumento general de aranceles.
(11) Eleanor Olcott y Edward White, China se reserva potencia de fuego para la batalla comercial con Trump, 06/04/2025, FT.