Desde Río de Janeiro, por Emir Sader (*)
Lula subirá por tercera vez la rampa del Palacio del Planalto el próximo día primero de enero. La primera vez lo hizo exactamente hace veinte años. Salió de la presidencia de Brasil con 87% de apoyo, incluso teniendo la gran mayoría de los medios en su contra.
Desde entonces, Lula ha sido presidente de Brasil durante ocho años, ha vivido seis años del gobierno del Dilma Rousseff, estuvo 540 días preso. Fue, por lo tanto, el personaje central de la historia política brasileña.
De hecho, su vida misma se confunde con la historia de Brasil durante más de setenta años. Primero, naciendo en la región más pobre del país – el nordeste-. Enseguida, haciendo el trayecto de otros millones de personas como su familia, viajando en el transporte llamado “pau de arara” hacia el sur del Brasil, como inmigrante nordestino. Su mismo apellido – Silva – es el más popular y característico de las familias pobres.
En San Pablo fue lustrabotas, cadete, entre tantas otras actividades de los niños de su generación. Hasta que, escogido por su mamá para ser el niño de la familia que estudiaría, hizo el curso de obrero mecánico.
Su trayectoria de vida fue parte del proceso de industrialización de los años cincuenta, que promovió San Pablo al ser el Estado más importante del país. Así como fue parte del proceso de urbanización, que ha transformado radicalmente a Brasil en las décadas de 50, 60 y 70.
Lula fue parte de la nueva clase obrera de Brasil, que ha transformado la estructura de clases del país. Fue protagonista de la formación de la nueva izquierda brasileña, con la formación del PT, de la CUT, del MST, entre otras organizaciones. Fue el principal dirigente sindical en la resistencia en contra de la dictadura militar, liderando las huelgas más importantes del país, fundamentales para debilitar y llevar a la caída de la dictadura.
Hasta que, después de ser candidato tres veces a la presidencia de Brasil, fue elegido presidente en 2002. El primero de enero del año siguiente subió por primera vez la rampa del Palacio del Planalto.
Se ha transformado en el mejor y el más popular líder político brasileño y el brasileño más conocido del mundo, después de Pelé. Fue elegido y reelegido presidente, eligió a su sucesora en el cargo. Como presidente, ha promovido la mejora de las condiciones de vida de la masa de la clase trabajadora de Brasil, en particular de los trabajadores del nordeste, que él había abandonado por las condiciones miserables de vida de la población nordestina.
La sequía, la falta de agua de toda la región, una de las razones de la miseria y de la inmigración de millones de personas como él, solo fue superada cuando Lula, como presidente de Brasil, promovió’ el trasvase del río San Francisco, llevando agua a toda la región. Como se dice, él salió del nordeste por la falta de agua y retornó llevando agua a todos los nordestinos.
Pero, dentro de todos los fenómenos tan importantes que Lula ha vivido y protagonizado, lo más destacado ha sido su presidencia de Brasil. Desde el Palacio del Planalto, él ha conducido el gobierno más importante desde Getulio Vargas. En verdad, su gobierno ha sido el momento más importante, hasta aquí, de la historia brasileña.
Su vida misma se confunde con la propia historia de Brasil. Como hijo pobre del nordeste del país. Como inmigrante hacia el sur de Brasil. Como trabajador y sindicalista. Como el dirigente de izquierda más importante del país. Como el presidente más destacado. Como preso político. Como presidente de Brasil, de nuevo, tres años después de salir de la prisión, habiendo probado su inocencia.
Lula vuelve a ocupar la presidencia por la vía democrática del voto popular. Retorna a ese cargo con el país en las peores condiciones que jamás haya vivido.
Vivió las peores condiciones de miseria que Brasil ha conocido. Fue dirigente sindical para luchar en contra de esa miseria. Promovió el crecimiento económico, que tuvo en el nordeste la región que más se ha desarrollado en su gobierno.
Lula tiene la posibilidad de recuperar la situación crítica de Brasil que hereda por segunda vez. Saldrá del gobierno 24 años después del comienzo de su primer gobierno, con 81 años.
(*) Sociólogo y politólogo brasileño.