El “viru viru” no alcanza…

A pesar del incremento de casos, la pandemia cedió terreno y no parece ocupar el centro de la agenda noticiosa uruguaya… por ahora.

Sin embargo, otra pandemia empieza a instalarse rápidamente al impulso de una sociedad que no está dispuesta a sufrir sus peores efectos en carne propia. Menos aún, que le mientan de forma descarada con pura dialéctica argumental sin que se vean los resultados que prometieron en campaña.

Aquello de los cinco mejores años de nuestras vidas ya viene consumiendo los primeros tres sin miras –siquiera- de poder apreciar algo de lo prometido, salvo para unos pocos privilegiados (los malla oro).

A los recortes de todo tipo, que se sintetizan en la pérdida de salario real y, por tanto, del poder adquisitivo de la inmensa mayoría de los uruguayos, se le suma un creciente clima de inseguridad que no se contiene con explicaciones solamente y mucho menos con rebuscadas argumentaciones difíciles de creer.

La situación empeora cada día que pasa, y la cartera empieza a sumar gestos que adelantan el final de una gestión que no da pie con bola. Una reunión sobre temas de seguridad en el deporte a la que no se convoca a ninguna autoridad del Ministerio del Interior; la demora injustificada en responder los reclamos de seguridad en un Liceo de Delta del Tigre (que tiene una comisaría a menos de 40 metros), junto a insólitas explicaciones para dar cuenta de restos desmembrados del cuerpo de una femenina en el barrio Peñarol, son claros ejemplos de una gestión en caída libre. Solo con “viru viru”, no alcanza…

¿En cuenta regresiva?

Mientras el Parlamento espera la visita del Ministro del Interior en régimen de Comisión General agendada para el próximo 7 de junio, las situaciones se siguen acumulando y no se vislumbra una salida que convenza a la opinión pública. Los reclamos empiezan a acumularse en cada barrio, y la embestida criminal parece haber recuperado el terreno cedido durante la pandemia. Algo que negaron las autoridades pero que los hechos empezaron a desnudar flagrantemente. Hoy nadie puede sostener que hubo otra razón que la pandemia como causa principal de una baja de los delitos operada en el Uruguay al igual que en el resto del planeta. Aquellas pírricas victorias dialécticas empiezan a caerles encima y los empujan a dislates argumentales dignos de una comedia negra antes que insólitas argumentaciones de recién llegados y sin credenciales para gestionar la seguridad pública.

Una seguidilla de horrendos crímenes puso al barrio Peñarol al tope de las noticias, y no tuvieron mejor idea para contradecir la realidad que asignar a la presión hidráulica de una manguera de bomberos la causa de la aparición de partes de un cuerpo femenino. Algo que desmiente una fuente de Bomberos que expresó que “se necesitan más de 30 Kg/cm2 para causar un desmembramiento, y las mangueras de Bomberos generan habitualmente 6 kg/cm2… sin contar que las mismas, a una presión de 15 kg/cm2, se rompen en las uniones…”

Claro que la cuestión no pasa por un homicidio más o uno menos, al menos no debiera, para quienes dijeron estar preparados y prometieron cambiar la realidad. Esa misma realidad que empieza a torcerles el brazo sin que se aprecie una política pública que dé respuesta efectiva a una escalada de violencia que sigue en aumento.

Es que si los homicidios -en aumento sostenido (y camino a superar tristes récords anteriores)- no son capaces de interpelarlos y despabilarlos, qué podemos esperar de situaciones de menor envergadura que si no se atienden a tiempo pueden desencadenar procesos posteriores e irreversibles de mayor virulencia. Tal el caso de incidentes como el del Liceo de Delta del Tigre, ocurrido a pocos metros de una moderna seccional policial que no mereció la atención de las autoridades (ni del Ministerio del Interior ni de la Educación), y solo después de haber contado con la atención y presencia de legisladores de la oposición consiguió alguna respuesta. Una semana sin clases en una localidad populosa como Delta del Tigre no llamó la atención de la cartera, y menos de la propia seccional policial que está asentada a escasos metros del Liceo.

Un lugar que sufrió un violento incidente de amenazas con armas de fuego y disparos que pusieron en peligro a estudiantes, padres y docentes que no están dispuestos a seguir por ese camino sin reclamar por la seguridad perdida. Hoy subsisten con la promesa de una patrulla que no le aseguraron de forma permanente, pero que intenta dar respuesta a los reclamos de padres, alumnos y docentes.

Por si fuera poco, hay señales que empiezan a tomar otro sentido en razón del tiempo que transcurre y los resultados que no llegan. Así, una reunión en Torre Ejecutiva convocó a los Presidentes de Nacional y Peñarol para tratar temas de seguridad en el deporte; con ellos estuvo el Secretario Nacional de Deportes – Sebastián Bauzá- y el Secretario de Presidencia – Álvaro Delgado. Extrañamente, no contó con ninguna autoridad de la cartera, algo que en otro contexto podría pasar desapercibido, pero en un escenario donde se acumulan episodios controversiales que involucran actores de la Secretaría de Estado, parece indicar que los días están contados para un Ministro y su equipo… ¿o no?

Lo peor de todo esto no es que continúen o no al mando, sino que lo hagan sin promover un llamado a un gran acuerdo nacional que permita generar espacios de encuentro para un tema que no tiene divisa política ni tampoco debe usarse con un fin electoral.

Todo indica que seguirán aferrados a un libreto que no podrán sostener por mucho tiempo más. Mucho menos sin apreciar que el discurso dialéctico e intrascendente que practican está agotando la paciencia de una opinión pública que no resiste más el “viru viru”…

el hombre buscaba una respuesta,

el perro ladraba una pregunta…

Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»

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