Fruto maduro del árbol del pueblo

Hace dos días se cumplieron 52 años de uno de los peores crímenes políticos de la historia nacional: el asesinato de 8 obreros en la Seccional 20 del Partido Comunista de Uruguay. 

Ese día, como todos los años, hubo actividades en el histórico local para honrar la memoria de Luis Alberto Mendiola, José Abreu, Ricardo González, Ruben López, Elman Fernández, Justo Sena, Raúl Gancio y Héctor Cervelli. Pero la conmemoración central será este sábado, 20 de abril, y tendrá dos componentes. 

Habrá un acto, en la histórica esquina de Agraciada y Valentín Gómez, en el que hablarán Fernando Pereira, por el Frente Amplio; Sofía Espillar, por la UJC; Carolina Cosse y Oscar Andrade y tendrá un cierre artístico de Mocchi.

Junto con el acto se desarrollará durante todo el sábado una jornada nacional de recolección de firmas del PCU y la 1001para habilitar el plebiscito que enfrenta la reforma de la seguridad social más retrógrada y antipopular de la historia. La militancia comunista colocará cerca de 200 puntos de recolección de firmas en todo el país, para homenajear a los mártires de la 20 de la mejor manera: luchando y levantando perspectiva popular.

La conmemoración de los mártires de la 20 tiene una centralidad insoslayable, es una fecha de repercusión nacional, hace a la democracia uruguaya, es de tal significación que el local fue declarado Patrimonio Histórico Nacional y en su fachada se ha colocado una Marca de la Memoria.

Ese carácter siempre prima, pero como es una fecha de lucha, de compromiso, está también vinculada al presente y sus desafíos.

En este 2024 confluyen varios elementos hacia el acto de la 20 que plantean el desafío de lograr que sea una gran expresión popular, de memoria histórica; de reafirmación de la unidad, social y política del pueblo; de compromiso militante con las causas del presente y de perspectiva transformadora.

La memoria 

El acto de la 20 es un momento de construcción de memoria histórica, de decir la verdad, de reclamar justicia y de comprometerse con en nunca más terrorismo de Estado y nunca más dictadura.

Como cada año hay que denunciar el crimen y decir la verdad. Es necesario, entonces, reafirmar lo que hemos dicho en múltiples oportunidades. El 17 de abril de 1972, en un acto de terrorismo de Estado, los sectores fascistas del gobierno encabezado por Juan María Bordaberry y las Fuerzas Armadas, ejecutaron un crimen político. En un operativo planificado como una gigantesca provocación, cientos de efectivos militares y policiales, más integrantes de bandas paramilitares, cercaron y asaltaron el local comunista del Paso Molino. Hubo una lluvia de balas primero y luego las ejecuciones a sangre fría, en plena calle, de 8 obreros desarmados.

En 1972 se vivía una agudización de la lucha de clases en nuestro país. El recién nacido Frente Amplio desplegaba su lucha política y la CNT realizaba en esos días un paro general con un enorme respaldo. El MLN protagonizó acciones que provocaron la muerte de figuras vinculadas al Escuadrón de la Muerte. En los días previos se había votado el Estado de Guerra Interno. Dos días antes había sido asaltado por bandas fascistas el local del Comité Central del PCU, donde se realizaba un activo con la presencia de más de 500 militantes de la UJC. Solo la disciplina y el coraje de los jóvenes comunistas allí presentes y la valentía del presidente de la Cámara de Representantes, Héctor Gutiérrez Ruiz y el entonces diputado comunista, Jaime Pérez, que se hicieron presentes en el lugar, evitaron una masacre. El día previo pusieron bombas en el domicilio de varios dirigentes de izquierda y también en un local del PCU ubicado en la zona de Buceo. 

El crimen, planificado y ejecutado con alevosía, fue un intento de cortar el proceso de acumulación de fuerzas del movimiento popular y utilizar la violencia y el terror, desde el Estado, como arma política. 

La oligarquía, los sectores fascistas, con uniforme y sin él y el imperialismo yanqui y su estrategia de dominación continental, los tres actores principales del proceso de degradación democrática -iniciado muchos años atrás, con un punto de inflexión en el año 1968 con la implantación de las Medidas de Pronta Seguridad como un mecanismo permanente por el gobierno de Jorge Pacheco Areco- aceleraban el camino hacia el golpe de Estado y la dictadura fascista que por 12 años asoló nuestro país.

Por eso, cada año, en primer lugar, hay que volver a decir la verdad, como lo hizo Rodney Arismendi en el Parlamento y en el acto realizado pocos días después de la masacre. Hay que seguir denunciando el crimen y reclamando justicia y el fin de la impunidad. Eso es la 20.

Los desafíos del presente

Esa imprescindible acción de construcción de memoria histórica, para que adquiera en el presente sentido pleno, se complementa con el compromiso con las luchas del hoy.

Los ocho mártires de la 20 fueron asesinados porque eran comunistas y militaban por una perspectiva de emancipación social, porque eran constructores de unidad, de la clase obrera en los sindicatos y en la central única y del pueblo todo en el Frente Amplio.

Hoy se los homenajea defendiendo esa línea política histórica que defendieron con convicción y heroísmo. 

Por eso el sábado se va a multiplicar el esfuerzo por juntar firmas y construir una nueva hazaña popular. Es el mejor homenaje levantar en el hoy las banderas y la línea política por la que luchaban, en ellas tiene un lugar central dar una respuesta organizada y de lucha a los intentos de las clases dominantes de profundizar la desigualdad y la reforma jubilatoria, antipopular y retrógrada, es un componente central del modelo de desigualdad.

También es parte del mejor homenaje seguir construyendo unidad y trabajando por una síntesis política de avance para la perspectiva popular y recuperar para el pueblo el gobierno con el Frente Amplio. Eso también es la 20.

Por eso este sábado tenemos, todas y todos, una cita de honor con lo mejor de nuestra identidad. Para juntar firmas en todo el país y que miles de papeletas lleguen en homenaje a Mendiola, Abreu, González, López, Fernández, Sena, Gancio y Cervelli. Para comprometernos a lograr una nueva victoria popular con el Frente Amplio, esa herramienta recién nacida en la que militaban con amor y convicción los 8 obreros asesinados hace 52 años. Para reafirmar nuestro compromiso con la verdad y la justicia y repudiar la impunidad. Para mostrar con orgullo nuestra identidad comunista y revolucionaria.

El sábado es un día de emoción y de militancia, porque como dice Alfredo en su inolvidable “La canción quiere”, los objetivos por los que lucharon los 8 y nosotros seguimos haciéndolo solo serán realidad si son un “fruto maduro del árbol del pueblo”.

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