Por Gabriel Mazzarovich
Marcos Carámbula, ex director de ASSE, reconoce aciertos del gobierno en el plano sanitario, pero señala que “no hay milagros, hay acumulación de fortalezas preexistentes, de conciencia, de solidaridad, de tecnología, de investigación, de ciencia, de estructuras institucionales y una realidad social y económica mejor que la de nuestros vecinos”.
Carámbula fue director de ASSE hasta después de la declaración de Emergencia Sanitaria, en esta entrevista analiza las razones por las que Uruguay ha logrado tener un control relativo de la pandemia, destaca el Plan de Contingencia de ASSE, medidas rápidas del gobierno y cinco fortalezas preexistentes: el Sistema Nacional Integrado de Salud; la capacidad científica nacional y el papel de la UDELAR; la madurez del pueblo uruguayo y su solidaridad; la madurez de las y los trabajadores, en particular los de la salud y una realidad económica y social de menor vulnerabilidad que la de los países vecinos.
-El impacto de la pandemia del COVID 19 es mundial y en todos los aspectos de la sociedad. En Uruguay es muy grande en el terreno económico y social, pero en el plano de la salud, con toda la gravedad y el respeto hacia quienes se enfermaron y quienes murieron, comparativamente, sobre todo si miramos nuestros vecinos Argentina y Brasil, no ha sido así. ¿Qué factores incidieron para qué esto sea así?
-Creo que hay varios puntos, que es bueno detallarlos, para entender la situación que vivimos en el Uruguay, que además no debemos bajar la guardia, hay que seguir con la vigilancia epidemiológica, que es fundamental. Ante los casos que van apareciendo debemos seguirlos de cerca, identificarlos, los contactos, a la población de riesgo. La vigilancia epidemiológica hacia adelante es fundamental, sobre todo cuando se han reabierto actividades como en la Enseñanza y otros sectores de la actividad.
Los factores que han jugado para que Uruguay haya ido controlando la situación son varios.
El primero, es justo reconocerlo, sería de miopes no hacerlo, el gobierno actuó con celeridad, desde el 13 de marzo estableció una serie de medidas, el cierre de las escuelas, de las actividades con público, hizo una exhortación a la población a mantenerse en su casa. Estas fueron medidas acertadas. Como también lo fue rodearse de inmediato de un grupo de asesores científicos destacados, los tres que más aparecen Rafael Radi, Fernando Paganini y Henry Cohen, y otros científicos muy importantes que han seguido monitoreando la situación. Esto a nadie se le ocurre negarlo porque así fue.
Pero, junto con eso, para mí hay pilares fundamentales que han operado también.
Nada viene de un día para otro, no se puede hablar de milagros, rápidamente se tipifica: el milagro a la uruguaya. No, hay una acumulación de hechos sumamente importantes.
En primer lugar, un Sistema Nacional Integrado de Salud que permite coordinar los esfuerzos a todos los niveles. Esto ha sido fundamental para una rápida respuesta, por ejemplo en el Nivel de Asistencia Primaria, donde la Salud Pública tiene una red de 850 centros en todo el país, que permite rápidamente focalizar la consulta telefónica o presencial en esa dispersión de centros en todo el país. Esto permite que cualquier ciudadano llegue a un centro de salud de ASSE en menos de una hora. Pero también la coordinación a nivel de los CTI, que permite que Uruguay, en la coordinación público privada, con el Sistema Nacional Integrado de Salud, disponga de un número de camas, más de 600 de CTI, que afortunadamente en ningún momento se ha visto sobrepasada.
No ha sucedido lo que sí paso en los países más desarrollados, entre comillas, EEUU, Italia o España, que habían desmantelado los sistemas de CTI y cuando llega la pandemia se ven absolutamente desbordados. Lo vimos en el norte de Italia, en gran parte de España, que habían desmantelado el sistema público de CTI, o en Nueva York, que no tenía el número suficiente de camas de cuidados intensivos.
Entonces, el Uruguay, con un Sistema Integrado de Salud, con un nivel de Asistencia Primaria fundamental, y con previsión, ante la eventualidad de la llegada del COVID 19 al Uruguay ASSE tenía un Plan de Contingencia, sobre estas bases: Primer Nivel de Asistencia con atención telefónica y a domicilio, en este primer nivel, y coordinación del sistema de CTI, público y privado, para abordar esta situación.
Entonces, primera fortaleza preexistente uruguaya: un Sistema Nacional Integrado de Salud.
La segunda fortaleza del Uruguay, y esto es sumamente importante, es la fortaleza científica. El Uruguay desarrolla, producto de su capacidad instalada en la Facultad de Ciencias, en la Facultad de Medicina y en el Instituto Pasteur, actuando en forma coordinada, la capacidad de diagnóstico precoz del coronavirus. Lo hace con un modo de reactivo, con el PCR, que permite rápida identificación del virus presente en un paciente y actuar en consecuencia, con el paciente portador y con la población de contacto y de riesgo. Esto dio una capacidad extraordinaria de desarrollar exámenes, al principio se fue afinando y luego el Uruguay está con un volumen de estudios de detección del coronavirus, prácticamente a nivel de los países desarrollados.
Aquí se suma también la capacidad de investigación. A través de las investigaciones de la Facultad de Ciencias, de Medicina y del Instituto Pasteur, el Uruguay puede identificar el genoma del virus, de donde ha venido, se ha visto que ha venido de distintos lugares, incluso determinar las modificaciones del genoma del virus para seguir actuando en consecuencia.
Esto tiene una importancia fundamental y hay varias lecturas posibles y necesarias. La lectura de lo inmediato, la capacidad preexistente que permite ese diagnóstico temprano, y, como consecuencia de eso, la imprescindible necesidad de seguir volcando al presupuesto de la UDELAR, de las distintas facultades que trabajan en esto, del Instituto Pasteur, de la Agencia Nacional de Investigación, en la innovación, la ciencia y la tecnología, los recursos necesarios. En esta situación de pandemia se muestra la importancia de la investigación científica nacional.
El Uruguay está a la cabeza porque tenía un nivel de investigación científica que le permite hacer un diagnóstico rápido.
La tercera cuestión tiene que ver con la madura respuesta del pueblo uruguayo una vez más. El pueblo uruguayo demuestra en circunstancias difíciles su condición de solidaridad y actúa en consecuencia. Ante la exhortación que hizo el gobierno nacional de cuidarse, el pueblo uruguayo asume con protagonismo dos cosas: primero cuidarse, sin dudas, y segundo, esa maravillosa red social de solidaridad en las ollas populares, organizadas desde el movimiento social, sindical. Esto hay que destacarlo, la gente va a las ollas y a pesar del riesgo que esto implica, a partir de allí no ha habido un solo caso de contagio. ¿Por qué? Porque se hace la solidaridad con la madurez responsable de evitar los factores de contagio.
Eso, para mí, es un ejemplo formidable, una vez más, de lo que es la madurez y la solidaridad del pueblo uruguayo.
El cuarto factor son los trabajadores, en primer lugar los trabajadores de la salud. Los trabajadores de la salud han estado en la primera línea desde el primer día, con todos los temores que inicialmente había, donde eran la población de mayor riesgo, trabajando en el hospital, en las consultas del primer nivel de atención, en el CTI, y asumieron, con compromiso, con cuidado, sin deserciones, el cuidado de la población que va a asistirse. La responsabilidad de los trabajadores de la salud ha sido un factor fundamental, en lo que es la respuesta del Uruguay ante el coronavirus. A los trabajadores de la salud debo agregar la enorme responsabilidad de todas y todos los trabajadores, del movimiento sindical. Esto no me lo contaron, nosotros entregamos nuestro Plan de Contingencia a las nuevas autoridades y dejamos ASSE el 18 de marzo, pero a fines de febrero o principios de marzo, cuando estábamos elaborando este Plan, tuvimos una reunión con el PIT-CNT viendo como se paraba la central frente a esto, tuvimos una reunión con el SUNCA, con SUTEL, con la UNTMRA, para estudiar la medidas que se tenían que tomar. Eso habla de la madurez de los trabajadores, de la central, de la clase obrera ante esta circunstancia, anteponiendo siempre la salud de la gente antes que nada. Discutimos ya en febrero, antes de la Emergencia Sanitaria, como se establecían las medidas y los protocolos adecuados.
En quinto lugar, es necesario un encuadre social. La salud es producto siempre de la realidad social y económica, que es el componente básico de un bien común, como es la salud. La lucha por el derecho a la salud, que es propia del pueblo uruguayo, va de la mano de las condiciones sociales y económicas en las que vive nuestro pueblo. Esto nos genera una enorme preocupación hacia adelante, hacia atrás, no es lo mismo, y esto es bueno analizarlo, como llega Chile, por ejemplo, a la situación de pandemia, que como llega Uruguay, y vemos las consecuencias. En Chile hay una situación lamentablemente todavía no controlada con miles de casos de coronavirus y lamentablemente miles de muertes. No podemos dejar de analizar esto y recordar los reclamos del pueblo chileno en setiembre y octubre del año pasado, sobre la exclusión y la vulnerabilidad de miles. Chile se creyó que la situación estaba controlada, así lo fueron anunciando sus autoridades, porque los primeros casos que habían llegado a las clases altas, por razones externas, fueron aislados y controlados; pero cuando el coronavirus llega a situaciones de vulnerabilidad extrema y sin cobertura de salud, de pobreza, de fragmentación social, el impacto es el que están viviendo. Lo mismo pasa en Brasil que está en esa situación tan dramática. Y hay una situación difícil en Argentina, a pesar de las medidas que ha tomado el gobierno, con su presidente Alberto Fernández, con su ministro de Salud, Gines González Medina, que es un hombre que conoce mucho, un destacado epidemiólogo, pero se encuentran con una realidad social, que viene sobre todo del macrismo, sobre todo en el área metropolitana de Buenos Aires, de vulnerabilidad, que implica un gran problema. A pesar de que se tomen medidas, rigurosas, con control, cuando la base social es de extremada vulnerabilidad se vuelve muy difícil controlar la pandemia.
Uruguay enfrentó la pandemia con una realidad social y económica y una matriz de protección social y de salud, muy diferente a la de nuestros países vecinos.
Creo que estos son los necesarios puntos que debemos contemplar a la hora de analizar los resultados que se van dando en cada país, en América del Sur y en los países desarrollados.
-¿No hay milagros entonces?
-No hay milagros, hay acumulación de fortalezas preexistentes, de conciencia, de solidaridad, de tecnología, de investigación, de ciencia, de estructuras institucionales y una realidad social y económica, preexistentes, que permiten dar la respuesta que dio el Uruguay a esta situación de crisis.
-De tu extensa fundamentación, solo profundizar en algunos aspectos. Hablabas del Plan de Contingencia de ASSE, que es previo a la declaración de Emergencia Sanitaria, ¿qué participación tuvieron los trabajadores y el Sindicato Médico en él?
El Plan de Contingencia de ASSE se elaboró en diálogo permanente con la Federación de Funcionarios de Salud Pública, con la FUS y con el Sindicato Médico. Participaron y aportaron, decisivamente. Es parte de la madurez de los trabajadores de nuestro país, pero, además permite un nivel de consenso y de respaldo muy grande.
-Esa implicación viene de muy atrás, de hecho el Sistema Nacional Integrado de Salud, implementado por el Frente Amplio en el gobierno, es un reclamo histórico del movimiento sindical y del Sindicato Médico.
-Es relevante esta pregunta. Es una singularidad que tiene nuestro país, el Sistema Nacional Integrado de Salud es producto de la lucha de los trabajadores, de la Federación de Salud Pública, de la FUS, del Sindicato Médico, de los médicos del interior del país, de la central obrera, de todo el movimiento popular. El reclamo del Sistema Nacional de Salud estuvo planteado en el Primer Congreso del Pueblo, en 1965. El programa del pueblo, que da génesis al programa de unidad de la CNT y luego al del Frente Amplio, incluía entre sus principales medidas el Sistema Nacional Integrado de Salud.
-Para terminar, hablabas del marco económico y social con el que se enfrenta la pandemia, esto es permanentemente ignorado o minimizado desde el discurso oficial. ¿Cuán determinante es este factor? ¿Cuán distinto hubiera sido si Uruguay enfrentara esta pandemia en el 2002 por ejemplo?
-Es absolutamente relevante. Miremos por ejemplo en el terreno de la salud. En esa época habían cerrado 18 mutualistas, con todo lo que esto implicaba de gente que quedaba sin cobertura. O la situación de los hospitales de Salud Pública, y esto tampoco me lo cuenta nadie, yo trabajaba en el Saint Bois y en el Maciel, se de lo que estoy hablando. Eran hospitales de pobres para pobres. Solo algunos ejemplos, entre el 2005 y el 2020 se cuadriplicó la inversión en Salud Pública, llegando a 1.100 millones de dólares anuales, a 9.5% del PBI, que además creció mucho en estos años; el gasto por persona en Salud Pública era la cuarta parte de lo que era el gasto por persona en la salud privada y se llevó casi al 90%, es decir se igualó.
Ahí está la fortaleza del Sistema Nacional Integrado de Salud que nos permite abordar esta situación tan difícil con una estructura institucional bien plantada, con inversión en infraestructura, en capacitación, en recursos.