Donald Trump junto a un mapa de Groenlandia. Foto Agencias.

Trump y la compra de Groenlandia

La lucha por el Ártico.

Rony Corbo

La propuesta del presidente de EEUU, Donald Trump de “comprar” Groenlandia, no es una “loca idea” como expresaron algunos analistas. El control del mar Ártico, hace décadas liderado por Rusia y hoy con una fuerte presencia china, es de vital importancia en la geopolítica mundial.

China anunció oficialmente su intención de desarrollar la iniciativa de la Ruta de la Seda Polar en el Ártico, según el libro blanco de los planes chinos publicado el 26 de enero de 2018. Es una respuesta clara a una propuesta del presidente ruso Vladímir Putin que en diciembre de 2017 invitó a China a unir la Ruta Marítima del Norte con la de la Seda. China busca crear rutas de comercio marítimo y fortalecer las relaciones comerciales con varios países de la región del Ártico, así como desarrollar la extracción de petróleo, gas, recursos minerales y combustibles no fósiles, aparte de promover la pesca y el turismo. 

China está realizando inversiones estratégicas en la Ruta del Mar del Norte (NSR) como parte de su política de expansión comercial y seguridad energética. Esta iniciativa se conecta directamente con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, en la que China ha invertido 200 mil millones de dólares, con proyecciones de alcanzar los 1.2 billones para 2027. 

La cooperación entre China y Rusia ha aumentado considerablemente, especialmente en el área energética. La CNPC trabaja junto a Sovcomflot, la principal compañía rusa de transporte de hidrocarburos en el Ártico. Además, China participa en el proyecto Yamal LNG, dirigido por la firma rusa Novatek, que abastece gas natural licuado (GNL) a China a través de la NSR durante el verano. Los acuerdos recientes permiten a China acceder a recursos hidrocarburíferos en el Ártico.

La ruta de la seda polar

China depende en gran medida de las importaciones de hidrocarburos, que representan alrededor del 46% de su PBI. Actualmente, la mayor parte de estas importaciones transitan por el Estrecho de Malaca, una posición estratégica vulnerable. China ha invertido un esfuerzo considerable en mitigar esta debilidad, sin embargo, todavía está lejos de resolver este dilema. Hoy en día, un cierre del Estrecho de Malaca representaría un desafío sumamente complejo para China, que importa casi el 70% de los hidrocarburos que se consumen en el país. La NSR ofrece la posibilidad de eventualmente eliminar esta vulnerabilidad, con China enfocándose en el desarrollo de la llamada Ruta de la Seda Polar, que iría desde el norte de China hasta Noruega. Se estima que China podría ahorrar entre $60 y $120 mil millones anuales en costos logísticos utilizando esta ruta, además de reducir hasta 10 días en los tiempos de viaje hacia Europa.

China ha mantenido un interés científico en la investigación de los polos desde hace mucho tiempo, no pudiendo acceder a esta, hasta el 2004, cuando hizo valer el Tratado de Svalbard. Actualmente, China cuenta con dos bases científicas para el estudio del Ártico, una situada en Svalbard, Noruega, y la otra en Islandia. En parte debido al riesgo ecológico que presenta el deshielo, China se ha declarado un país casi ártico, posicionándose así como parte afectada por los acontecimientos en el Ártico.

Expansión de China en la región

Más allá de la base científica china en Svalbard, entidades chinas han intentado adquirir terrenos en Noruega. Por el momento, estas adquisiciones han sido bloqueadas por el Gobierno Noruego, limitando la influencia de China en Noruega a la base científica, que solo tiene acceso gracias al Tratado de Svalbard, un acuerdo de 1925. 

China ha realizado importantes inversiones en el desarrollo de las pesquerías de Groenlandia, apoyando así el desarrollo económico de la región. 

En 2024, China presentó una propuesta para fomentar el desarrollo aeronáutico de Groenlandia. Sin embargo, EE.UU. advirtió que la presencia de China en Groenlandia representaba un riesgo de seguridad para el país, llevando a Dinamarca a invertir en el proyecto a un nivel suficiente para contrarrestar esto. Dinamarca bloqueó la venta de una antigua base militar en 2016, nuevamente para proteger los intereses estadounidenses. China también ha establecido vínculos con Islandia, lo que llevó, por ejemplo, a la apertura de la base científica china en dicho país.

A pesar del deshielo, las condiciones climáticas en el Ártico siguen siendo imprevisibles, lo que complica la navegación y aumenta los costos operativos debido a la necesidad de rompehielos, seguros especializados y el riesgo inherente de atravesar el Mar Ártico. Algunos tipos de productos, como el traslado de contenedores, aún no son viables.

El aumento del tráfico marítimo en el Ártico genera preocupaciones ambientales, especialmente en una región ecológicamente vulnerable. China, por su ubicación geográfica, tiene el riesgo de sufrir graves efectos negativos de las consecuencias del deshielo, así como del desarrollo industrial en el área.

Conclusiones

China busca consolidarse como una potencia marítima ártica, aprovechando la NSR para asegurar el acceso a recursos energéticos y minimizar su vulnerabilidad en el comercio internacional. Su participación activa en la región ártica refleja un compromiso a largo plazo para integrar esta ruta en su red comercial global, en alineación con la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Cabe destacar que, al menos por ahora, China no ha mostrado interés en llevar a cabo actividades militares en la zona.

Con la propuesta del presidente Donald Trump de “comprar” Groenlandia, EEUU busca acceso a las rutas comerciales árticas que se están abriendo por el deshielo, así como a importantes yacimientos de metales raros e hidrocarburos. 

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