“No importa caerse, sino levantarse y seguir luchando”

Victoria Alfaro

EL POPULAR entrevistó a Sixto Amaro, actual dirigente de la ONAJPU, quien en 1973 fue el secretario general de los trabajadores del Frigorífico Nacional, ubicado en el Cerro de Montevideo, ejemplo de heroísmo y lucha.

“A finales de la década del 50 ingresé en la sección barracas de cueros del Frigorífico Nacional. Trabajé siempre en la misma sección, fui subdelegado de la barraca de cuero y luego a partir del año 1965 secretario general del sindicato y unos años después simultáneamente también dirigente de la Federación de la Carne (FOICA)”, contó.
Golpe inminente
“Sobre el golpe de Estado, no había que ser politólogo para ubicarse en un escenario político en el que el golpe de Estado fuera inminente. Vimos, en el año 1964 un sangriento golpe de estado en Brasil, que motivo un ruido a sables en el resto de América Latina”, recordó.
“Y el movimiento obrero, que vivía un proceso unitario y de lucha, que trabajaba para elaborar la unidad en función de un programa, que tenía aportes de distintas corrientes sindicales que existían en la época, el movimiento sindical se planteó: golpe de Estado, huelga general”, añadió. “Esto siguió en la discusión de las directivas, se bajó a las asambleas, y cuando se logró en 1966 la unidad en torno al programa de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), se agregó a la huelga general, la ocupación de los centros de trabajo”, contó Amaro.
“Los golpes de Estado estuvieron en Bolivia, en Argentina, en una América Latina convulsionada, porque eran las políticas de las embajadas de los EE. UU, iban sembrando el terror a su paso”, explicó.
Una huelga de largo aliento
Los trabajadores de los frigoríficos venían ya en un largo conflicto con diversos matices en defensa de sus conquistas. “En 1969 vivimos una huelga que duro cinco meses. Hubo una marcha a pie de los trabajadores del frigorífico Casablanca de Paysandú, pasando por Fray Bentos (Río Negro), con una nueva marcha de los trabajadores del Anglo a pie desde Fray Bentos a Montevideo. Hubo represión sobre todos los trabajadores de los frigoríficos”, contó.
“En la quita de varios beneficios sociales, no solo de dos quilos de carne conquistado en los consejos de salarios de 1952, a los trabajadores de los frigoríficos, tenían la intención de terminar con el Frigorífico Nacional. Es así que los obreros de los frigoríficos, tuvimos ocupaciones de fábricas que habían sido violentamente desalojadas. Tuvimos enfrentamientos con las fuerzas represivas en las ocupaciones de los frigoríficos. Hicimos barricadas en el puente Pantanoso en innumerable cantidad de veces defendiendo nuestros postulados”, recordó.
Una medida que fue acompañada por los estudiantes del Cerro, del Liceo 11, de la Escuela Industrial, “que participaron activamente en aquellas peleas de barricadas y ocupaciones que teníamos, porque la huelga duro 5 meses. Hubo cantones, donde ahora está la terminal de ómnibus, allí era el Club Barrio Obrero de Básquetbol. Allí teníamos una olla popular con los trabajadores del frigorífico Artigas y los vecinos de la zona”, contó Amaro.
“Había también una olla popular en la casa de un compañero del Frigorífico Nacional en la Plaza Lafone. Las calles del Cerro y La Teja vivieron luchas contra la represión y en ese estado de cosas con una clase obrera defendiendo los ataques del gobierno de Pacheco Areco, es que llego el 27 de junio de 1973”, recordó.
La solidaridad frente al terror
“El golpe de Estado fue dado por Bordaberry quien fue el responsable cívico junto con las Fuerzas Armadas. Esos son los responsables de que en Uruguay durante casi 14 años hubo muertos, desaparecidos, cárcel, persecución y las Fuerzas Armadas se constituyeron en un ejército de ocupación de su propio país y sembraron el terror, donde las familias no podían salir a la calle, donde permanentemente la pregunta era ¿a quién se llevaron hoy?”, agregó
“La dictadura vino, además, a imponer políticas económicas, que comenzaron con la destitución de los dirigentes sindicales. Hubo rebaja de los consejos de salarios, hubo mucha gente destituida. La política económica de la dictadura estuvo en función de las grandes transnacionales en detrimento de los trabajadores y el pueblo uruguayo”, añadió.
“No podemos dejar de nombrar la solidaridad recibida, además del liceo y la escuela industrial, el papel enorme de la FEUU y la Universidad en su conjunto que jugó en la resistencia. El rector de la Universidad, el ingeniero Óscar Maggiolo. Juntos los trabajadores y los estudiantes fueron sumando a los vecinos. En plena dictadura en una desocupación de fabrica o en una marcha a pie, si la represión arremetía y nos terminaba corriendo de aquellos lugares y quedaban compañeros heridos, se abrían todas las puertas de cualquier vecino”.
“Lo viví en La Teja y en el Cerro, cualquier puerta se abría solidariamente y de hecho se integraba a esa enorme batalla contra el régimen dictatorial”, agregó.
Amaro contó que debido a una huelga de hambre que realizaron a finales de 1969 varios dirigentes de los frigoríficos, él quedó muy mal de salud, con tuberculosis y pleuresía.
“Estaba tan mal que no podía levantarme de la cama y terminé internado. Luego de eso me levantaba iba y hacia cosas, pero la pleuresía me llenaba el pulmón con porquerías y no me la terminaba de curar. Tanto es así que enero de 1973 o febrero volví a caer en cama en el hospital. Cuando llego el 27 de junio yo seguía postrado y desde la cama con la visita de los dirigentes del sindicato grababa casetes llamando a mantener la huelga, a salir a la calle”, recordó.
“Estaba en casa de mi madre tratando de curarme, nos allanaron, pude zafar por unos vecinos hacia la casa de una hermana y seguía haciendo esa tarea, además de las reuniones que teníamos de forma constante para ir tomando las decisiones”, contó Amaro.
“Termine la huelga en casa de unos compañeros, pero siempre con esta tarea de los casetes y con reuniones de la directiva en mi casa. Habían pasado 14 días, se había vivido el 9 de julio, un día histórico también. Después que levantamos la huelga y cuando ya los trabajadores volvieron al frigorífico volví a trabajar, como medida me sacaron de la barraca de cueros y me pusieron en distribución de producto donde éramos tres y no veíamos a nadie, por eso nos pusieron ahí. Igualmente, yo me crie en el frigorífico, así que teníamos mil formas de conectarnos con la gente y ya a mediados del 74 hicimos una marcha con camiones”, contó.
“Sacamos cuatro camiones de la Federación de la carne. Me acuerdo de que vinieron compañeros de todos lados, fuimos hasta el Ministerio de Trabajo, y planteamos las reivindicaciones que manteníamos”, recordó. “Tuvimos respuestas muy cínicas, muy propias de la dictadura. Una vez incluso me preguntaron: “Amaro, ¿está suelto todavía?” Esto pasaba todo el tiempo, nos allanaron la FOICA muchas veces. Logramos salir por el fondo, pudimos zafar con ayuda de la casera y salimos por otra cuadra. Hubo grandes palizas en la puerta de la FOICA, lo hacían como ejemplo, para que nadie fuera a la organización sindical”, afirmó.
Persecución y balas
“La persecución fue permanente desde los años 60. En la huelga en el Frigorífico Nacional nos veníamos enfrentando de forma violenta en varias ocasiones. Tuvimos una ocupación donde pusimos incluso pusimos nafta para poder amenazar con prender fuego si entraban. No lo hicimos, pero después tuvimos enfrentamientos en la playa de faena donde teníamos, aunque sea los ganchos para enganchar los novillos y así poder defendernos de los militares que nos tiraban balas y esto no es un cuento”, indicó Amaro.
Debido a todo eso “cuando llego el 27 de junio los militares que fueron al frigorífico eran una exageración, llegaron con tanquetas de guerra vestidos para eso, con amenazas de todos colores, así y todo, no desocupamos. Nos corrieron, nos pegaron, nos lastimaron y hemos caído, pero eso no es lo importante, por eso quiero decirles a las nuevas generaciones que lo importante es levantarte y seguir peleando. La huelga general desnudó, no solamente sus propósitos en cuanto a la represión y el terror que sembraron en todo el pueblo, sino que fue evidente que estaban al servicio de las transnacionales y contra la economía del país”, agregó.

La Huelga General en Salto

Ortilio “Tilo” Chácharo era dirigente de los trabajadores del Espinillar cuando llegó aquel 27 de junio de 1973. En su testimonio contó que ya desde la década del 60 venían siendo muy vigilados por inteligencia militar y policial.
“La CNT ya había tomado la decisión de que el movimiento sindical estuviera en alerta, para que en caso de golpe de Estado inmediatamente se decretara una huelga general en todas las organizaciones sindicales para enfrentarlo”, contó.
“Yo estaba en Salto y me fui al Espinillar a mi lugar de trabajo porque era una huelga con ocupación de los lugares de trabajo. No teníamos las condiciones para hacer una ocupación, porque trabajábamos en un terreno que tenía unas 11 mil hectáreas en esa zona del Espinillar y trabajábamos al aire libre. En junio era tiempo de zafra y corte de caña de azúcar así que no hubo ocupación directa pero los compañeros que trabajaban adentro si ocuparon”, recordó.

Foto de portada:

Obreras y obreros en la puerta de un taller ocupado. Foto Archivo de El Popular.

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